En el sur de la Ciudad de México, familias que resultaron afectadas por el sismo temen que la ayuda de las autoridades no llegue a ellos, ya que, aseguran, los recursos se han destinado a las familias más pobres y se ha olvidado a la clase media.
"La vida fue lo único que nos quedó, ahora a salir adelante, perder lo que teníamos del esfuerzo de tantos años para ahora no tener nada, más que estar atenidos a que nos ayuden", comentó entre lágrimas Juana Pérez, una de las afectadas.
El inmueble que era su hogar y hoy se desmorona frente a sus ojos se ubica en Calzada Miramontes 3010, en la delegación Coyoacán, al que el terremoto del pasado 19 de septiembre rompió paredes y soportes, por lo que ahora tiene que ser demolido inmediatamente.
Además, la incertidumbre crece entre los damnificados de éste y otros seis inmuebles con severos daños, ya que no tienen acceso a los apoyos del Fondo Nacional de Desastres (Fonden), a pesar de que sus viviendas eran de interés social.
"Nos están diciendo que el Fonden está exclusivamente dedicado a la gente de muy bajos recursos, la cual haya perdido todo como nosotros somos considerados como clase media y no perdimos todo está todavía parado el edificio, pues no nos dan nada nos dijeron ya directamente que tenemos que rascarnos con nuestras propias uñas", explica José Carlos Velázquez.
Aunado a ello, los 15 mil pesos mensuales que tendrían que pagar por los créditos de 2 millones de pesos que ofrece el gobierno de la Ciudad de México son muy superiores a sus sueldos y pensiones, por lo que piden que con los donativos de otros países puedan acceder a la reconstrucción de sus viviendas, no que se le ofrezcan créditos porque los departamentos ya estaban pagados y no estamos para endeudarnos otra vez".
Aunque algunos han encontrado acomodo entre sus familiares, otros han recurrido a albergues, pero ya cuentan malas experiencias, como le pasó a Cinthya Puertas, a quien le robaron su teléfono celular y dinero en efectivo. Y mientras la comunidad sigue apoyando con víveres y ropa, los afectados, con mantas, le piden al gobierno que no olviden a cerca de 200 familias que lo han perdido todo.
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