En Durango, una travesura de niños le costó muy caro a Raúl, de ocho años de edad, quien se pegó un tatuaje de agua en la frente, lo que originó el enojo de su padre, quien se lo quitó con un estropajo de arpilla que le ocasionó heridas profundas.
Olga Martínez, maestra del pequeño, mencionó que el propio padre aceptó que le hizo daño al niño; sin embargo, no lo llevó a un hospital para que recibiera atención médica.
Los hechos ocurrieron en Bermejillo, una localidad que se encuentra a 40 minutos del municipio de Gómez Palacio, lo que ha causado conmoción entre los habitantes, ya que el menor es víctima de maltrato intrafamiliar.
Raúl, quien no acudió a la escuela y se encontraba en su casa, dijo que le comentó a su papá que el tatuaje se lo podía quitar con agua y jabón; sin embargo, el furioso padre optó por algo tan rudimentario, que le ocasionó heridas que hasta el momento no han cicatrizado.