Nostalgia a flor de piel

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El cronómetro marcaba ocho minutos con treinta y seis segundos, el balón surcó el espacio como preámbulo a las lágrimas que rodaron por sus mejillas durante la vuelta olímpica.  

Cuauhtémoc Blanco fue reconocido una vez más, esta ocasión por el Club América, el equipo de sus amores; el travesaño impidió el éxtasis en el estadio Azteca, pero nada ni nadie se opuso a la nostalgia, al amor por esos años, al homenaje para el último ídolo no solo de las Águilas, sino del futbol mexicano.

La memoria de millones de personas vivió treinta y cinco minutos de sobresaltos, de ir y venir del presente al pasado, durante el duelo entre América y Morelia, correspondiente a la jornada 9 del torneo Clausura 2016. El primer toque del balón del Temo la tarde del sábado 5 de marzo, arrancó la tormenta de imágenes; cada quién tocó los momentos más gloriosos del ultimo ídolo, mientras que el presente embargó al pasado.

El travesaño de la portería sur del Coloso de Santa Ãarsula hizo la mayor de las travesuras, limitó un final perfecto; La mirada al cielo por parte del número cien del América se sumó a la cascada de instantes en su carrera.

A sus 43 años de edad, Cuauhtémoc dejó en claro una vez más que su talento es de época, sus treinta toques de pelota en su despedida no fueron una estadística; la inyección de magia fue su sello a lo largo de su vida futbolística y contagió a todos en sus últimos minutos como profesional.

El genio sabía que el padre tiempo estaba por dictar sentencia y fiel a su picardía no chistó un segundo y realizó la â¬Ücuautemiñaâ¬", esa jugada que inmortalizó en Francia 98, en plena Copa del Mundo ante Corea. Una jugada que solo Cuau pudo inventar.  

Así se despidió Cuauhtémoc Blanco Bravo, con su irreverencia enmarcada como solo un genio puede hacerlo.  

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