Si de por sí ya es aterrador el hecho de aventarse del paracaídas por todas las circunstancias que lo rodean como los metros de altura a los que te encuentras de la tierra, el avión en movimiento y la caída libre, y le sumas que ¡tu pierna se queda atorada en la puerta de la aeronave en pleno brinco! pues se vuelve una experiencia con la adrenalina al tope.
Ésto fue justo lo que sucedió.