Una masiva multitud de gente semidesnuda y sudorosa podría parecer el paraíso para los mosquitos que transmiten el zika, pero nada, ni siquiera una emergencia sanitaria declarada a nivel internacional, puede detener el carnaval de Río de Janeiro, Brasil.
Este fin de semana, el evento concentra a más de un millón de personas en el abarrotado centro de la ciudad, para la fiesta callejera del Cordao da Bola Preta.
Las mujeres con diminutos pantalones y los hombres sin camisa o con camisetas sin mangas, pueden sumar unos dos millones de brazos desnudos y otro tanto de piernas de donde elegir; es un buen menú para cualquier mosquito.
Pese a la preocupación internacional sobre la posible relación, aún no probada, entre el zika y el incremento de bebés con microcefalia o la posibilidad de que la picadura provoque un trastorno neurológico poco frecuente y potencialmente mortal, el temor parecía ser tan mínimo como la ropa.