Los sobrevivientes del potente sismo que dejó 272 muertos en Ecuador buscaban desesperadamente este domingo a sus familiares desaparecidos bajo los escombros, antes de pasar su segunda noche a la intemperie por temor a réplicas.
"Allí está mi esposo", dice Verónica Paladines, quien pese a ser menuda escarba con las manos desnudas entre placas de fibrocemento, enormes pedazos de hormigón y baldosas partidas que arroja con rabia a la pila de escombros de lo que era el hotel donde trabajaba Javier Sangucho, su esposo de 25 años.
Una decena de hombres, amigos y allegados, ayudan a Paladines con la tarea, en la que están desde la tarde de este sábado, luego de que se pusiera a temblar la tierra en Manta, popular balneario y puerto de pesca de la costa del Pacífico, en la provincia de Manabí, una de las más afectadas por el sismo de 7,8 grados que se sintió hasta en Colombia y Perú.
Por todas partes se ven inmuebles fisurados, casas destripadas. En el extremo de la calle, el colegio Leonie Aviat no es más que un amasijo de escombros, sillas y escritorios con patas de metal retorcidas.
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