Por temor a perder sus casas, le rezan a Santa Mari la Juaricua

Al centro de una multitud, un grupo de indígenas pasa un sahumerio con copal a una figura con apariencia de virgen. Una danza prehispánica acompaña el ritual. Son las comunidades mazahua y otomí que habitan en la colonia Juárez de la Ciudad de México desde hace décadas, en predios irregulares o con incertidumbre jurídica y en constante peligro de ser despojados.

La figura a la que le ofrecen el ritual es Santa Mari la Juaricua, una santa "profana y laica" cuyo nombre  es la suma de dos colonias de la Ciudad de México: Santa María la Ribera y Juárez, que enfrentan un fenómeno llamado gentrificación, explica Sandra Valenzuela, artista visual y creadora de la santa.

De acuerdo con Jorge Baca, también autor de Santa Mari, el fenómeno de la gentrificación consiste en "desarrollar ciudades para ricos, es decir, atraer a personas con mayor poder adquisitivo a las colonias, lo que obviamente encarece el predial, los servicios como el agua, se encarece el mercado".

Lo que comenzó como un proyecto artístico, para algunos se ha convertido en un fenómeno religioso. Pues ante la incertidumbre que viven los vecinos originarios de Santa María la Ribera y la colonia Juárez, han recurrido a Santa Mari la Juaricua para pedirle ayuda con asuntos de tipo inmobiliario o protección ante la posibilidad de ser desalojados de sus viviendas.

Sin embargo, además de encomendarse a ella, sus creadores aseguran que lo más importante para sobrellevar la gentrificación es "hacer comunidad": conocer a los vecinos, respetar espacios públicos, caminar las calles y sentirse parte de la colonia.

El altar de Santa Mari la Juaricua está ubicado en la calle General Prim número 128 de la colonia Juárez. El próximo 9 de septiembre festejarán su primer aniversario. 

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