Una dulce enfermedad que acaba con las comunidades indígenas

Foto: Uno TV.

El sol cae a plomo, el viento mueve la milpa seca y emite un chasquido que resuena en el campo. Juan cosecha el maíz que dejó secar después de las lluvias, hace más de un mes que no trabaja pero hoy tuvo fuerzas para levantarse.

"Quién sabe por qué me agarró esa enfermedad, será porque tomaba mucho refresco o no sé", dice Juan mientras corta una mazorca y la guarda en su ayate.

Tiene diabetes y no lo supo hasta hace unas semanas que fue internado en el hospital. En Concepción del Monte, una localidad mazahua del municipio de San José del rincón en el Estado de México, de donde es Juan, es muy común encontrar personas con diabetes o con otras enfermedades derivadas del alto consumo de refrescos y bebidas azucaradas.

La asociación civil CONCRETA lleva 2 años realizando jornadas de vigilancia nutricional en comunidades marginadas, ofrece talleres para informar a la población sobre las consecuencias que conlleva consumir grandes cantidades de azúcar.

"La gente es libre de consumir bebidas azucaradas pero que sea bajo conciencia de lo que le puede pasar". Idelfonso Álvarez. Presidente de CONCRETA.

La alta ingesta de bebidas azucaradas puede ocasionar sobrepeso y obesidad, problemas cardiovasculares, hipertensión arterial y diabetes tipo 2; esta a su vez puede ocasionar ceguera, insuficiencia renal, pie de elefante y amputaciones.

Así como los mazahuas, otras comunidades indígenas como los tzoltziles en Chiapas y otros pueblos mayas en Yucatán se encuentran en situación de alerta. En el marco del Día Mundial de la Diabetes, un estudio del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) reveló que la población indígena mexicana maya refleja un alza en la detección y mortalidad por diabetes mellitus tipo 2.

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