Por primera vez en al menos una década, el Ejército Mexicano permitió que Estados Unidos y la ONU fueran observadores en el proceso de erradicación de sembradíos de amapola, un paso para profundizar la cooperación con el fin de combatir a traficantes de heroína.
Con estas acciones, los militares esperan obtener mayor crédito en casa y en el extranjero por su trabajo, así como despejar dudas en Washington sobre la calidad de sus datos y el éxito de sus programas para la erradicación, dijeron los funcionarios.
La semana pasada, el Ejército llevó a militares de Estados Unidos, a funcionarios de la embajada de ese país y de las Naciones Unidas y al corazón de la producción de heroína en México para ser testigos de la destrucción de campos de amapola, de acuerdo con dos fuentes al tanto de la operación.
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El viaje de observación se llevó a cabo en el denominado Triángulo Dorado, una zona clave para la siembra y trasiego de drogas controlada por el cártel de Sinaloa, que dirigía el extraditado capo Joaquín "El Chapo" Guzmán.
Momentos clave en la relación bilateral
Otros dos funcionarios explicaron que a mediados del año, el Ejército estudia adoptar un sistema de hardware y software desarrollado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDI), que les permitiría a los soldados enviar datos sobre plantaciones destruidas en tiempo real.
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