¿Cuál es el mejor método para protegerse del COVID-19?

Un estudio reciente publicado en la revista The Lancet investigó cuál es el mejor método para protegerse del COVID-19, por lo que estudió el porcentaje de riesgo y protección de la distancia social, el uso de cubrebocas y la utilización de protectores oculares o caretas.

Distancia física

De acuerdo con la investigación, es probable que las políticas actuales de guardar al menos un metro de distancia física entre persona y persona estén asociadas a una gran reducción de la posibilidad de ser contagiados.

Según los resultados obtenidos, el riesgo de contagio si no se toma la distancia física es en promedio de 12.8%, mientras que si se mantiene mínimo un metro de lejanía entre cada individuo el riesgo se reduce a sólo 2.6%.

  • Los expertos sostienen que si la distancia es mayor a dos metros los resultados podrían ser aún más efectivos.

El principal beneficio de las medidas de distanciamiento físico es prevenir la transmisión hacia adelante y, por lo tanto, reducir los resultados adversos de la infección por SARS-CoV-2, se lee en The Lancet.

Foto: Uno TV.

Cubrebocas

Usar cubrebocas o mascarillas también es aceptable y factible, aseguran los investigadores. Este método protege tanto a trabajadores de la salud como a las personas de la comunidad expuestas a la infección.

Si bien existen diferencias entre los cubrebocas quirúrgicos comúnes de uso desechable y los filtros como los N95, la credibilidad de la modificación del efecto en todos los entornos es baja por lo que sigue siendo un método eficaz en la prevención de resultar contagiado.

  • La efectividad del uso de tapabocas podría depender de factores contextuales.

No usar mascarilla o tapabocas sugiere una probabilidad de infección por coronavirus del 17.4%, mientras que al usarse el riesgo reduce a sólo el 3.1%.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC por sus siglas en inglés), recomiendan los cubrebocas de dos capas como mínimo o preferiblemente uno de tres capas.

También sugieren evitar los pañuelos y los cubrebocas de polainas, a menos de que sea todo lo único disponible, ya que son menos efectivos en términos de protección.

En tanto a las mascarillas N95 indican que aunque son los más efectivos estos deben estar disponibles para el personal de salud, así como evitar los que poseen una válvula de exhalación.

“Además del nivel de filtración, tenemos que prestar atención al ajuste. Necesitas un cubrebocas que pase sobre el puente de la nariz, debajo de la barbilla y quede al ras de la cara, descansando a lo largo de la piel y que tu respiración pase a través del medio filtrante y no se escape por los lados”. Joseph Gardner Allen

Joseph Gardner Allen, Universidad de Harvard.
Foto: Uno TV.

Caretas o protectores oculares

Otro método para protegerse del COVID-19 es la protección ocular como viseras, protectores faciales, caretas o gafas puede proporcionar beneficios adicionales a la protección de riesgo de contagio.

Los resultados del riesgo de contagio mencionan que no usar protector ocular o careta implica un 16% de riesgo, mientras que usarlo sólo se tiene un 5.5%.

  • Los protectores oculares o faciales sólo dan beneficios adicionales
Foto: Uno TV.

¿Qué método elegir para protegerse del COVID-19?

Dado que el síndrome respiratorio agudo provocado por el coronavirus SARS-CoV-2 se transmite de persona a persona a través del contacto humano, ninguna de estas intervenciones proporcionó protección completa contra la infección, y su papel óptimo podría necesitar evaluación de riesgos y varias consideraciones contextuales, según los expertos.

Los resultados de esta investigación se obtuvieron gracias a una revisión sistemática y un metaanálisis de 172 estudios en COVID-19, SARS y MERS, realizados en todo el mundo, en la mayoría de estos se encontró que el distanciamiento físico, el uso de cubrebocas y la protección ocular es aceptable, factible y tranquilizadora.

Aunque su implementación incluía factores en contra como un alto uso de recursos vinculado con una disminución potencial de la equidad, una comunicación menos clara y una menor empatía percibida de los proveedores de atención por parte de aquellos a quienes cuidaban.

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