El rastro del ADN: una nueva técnica identifica a una madre que abandonó a su bebé 19 años atrás

Una noche de septiembre de 2004, un ranchero de Texas observó que tres buitres daban vueltas cerca de la carretera, en el límite de su propiedad. Cuando se acercó, vio el cadáver de una bebé que yacía desnudo entre la maleza junto a una alambrada.
Wayne Springer, entonces investigador del departamento del sheriff del condado de Medina, en Estados Unidos, fue uno de los agentes que acudieron al lugar. Se trataba de una niña recién nacida con el cordón umbilical aún unido.
Springer, ayudante del sheriff, tocó las puertas de toda la calle en busca de testigos. Recogió muestras con hisopo de la mejilla de decenas de personas, con la esperanza de encontrar una coincidencia de ADN. Localizó a los trabajadores del carnaval que habían estado en la ciudad con motivo de la Feria del Condado de Medina. En el aniversario de la muerte del bebé, vigiló el cementerio por si alguien pasaba por su tumba.

Entonces, un día de 2023, su teléfono no paró de sonar. Unos antiguos colegas del departamento del sheriff llamaban para decirle que una mujer de 45 años, Maricela Frausto, había sido identificada como la madre del bebé.
Frausto, madre de dos hijos y dueña junto con su familia de un restaurante en la cercana localidad de Hondo, Texas, había sido identificada mediante una técnica relativamente nueva conocida como genealogía genética forense. Utilizando datos de ADN de miles de donantes voluntarios, los investigadores pueden crear árboles genealógicos y utilizarlos para cotejar el ADN hallado en las escenas del crimen.
Frausto fue arrestada y acusada de asesinato.
Los investigadores de las fuerzas de seguridad llevan años desconcertados por los casos de recién nacidos a quienes se abandonó y, al parecer, se dejó morir. Se les conoce como Baby Does: bebés no identificados cuyos restos fueron descubiertos en zonas boscosas, cubos de basura o cunetas de carretera. Históricamente, estos casos han sido difíciles de resolver.
Eso cambió en torno a 2019, cuando la policía utilizó por primera vez como recurso para resolver estos crímenes las enormes bases de datos públicas de ADN que se han creado para que los genealogistas aficionados rastreen sus linajes. Desde entonces, los investigadores policiales han utilizado esta técnica para identificar a casi 40 mujeres como madres de recién nacidos que fueron encontrados muertos en todo el país, la mayoría de ellos hace décadas.
“Antes era improbable que se resolvieran estos casos, y ahora es muy probable que se resuelvan, y eso se debe a la genealogía genética de investigación”, dijo Christi Guerrini, profesora de ética médica de la Universidad de Baylor.
Para los agentes de policía, estas identificaciones ayudan a cerrar casos que pueden llevar años sin resolverse. Pero para las mujeres identificadas, muchas de las cuales se han casado, han desarrollado su carrera profesional y han dado a luz a otros hijos, la nueva tecnología ha desenterrado tragedias ocultas durante mucho tiempo y ha trastornado sus vidas.
Al menos dos mujeres de entre las decenas de casos examinados por The New York Times se quitaron la vida tras ser abordadas por investigadores armados con evidencia de ADN. Otras han sido condenadas a años de prisión.
Las circunstancias que pudieron llevar a una mujer a abandonar a su recién nacido hace muchos años pueden ser mucho más complicadas de lo que puede revelar una simple coincidencia de ADN, según defensores de los derechos civiles, médicos y abogados defensores. Dicen que la nueva técnica está planteando cuestiones que los tribunales aún no están preparados para responder.
Algunas de las mujeres que han sido identificadas en estos casos de bebés desconocidos dicen que no sabían que estaban embarazadas hasta que entraron en trabajo de parto. Algunas de las mujeres que han sido acusadas dijeron a la policía que su bebé había nacido muerto. Determinar la verdad del asunto puede ser difícil.
En el caso de Frausto, quien insistió en que nunca oyó llorar ni respirar a su bebé, el médico forense concluyó que la bebé había nacido viva basándose en una prueba pulmonar que ha sido ampliamente criticada por no ser fiable.
“Se ha metido a estas mujeres en el mismo saco que otros tipos de casos penales, como si todos fueran iguales”, dijo Diana Barnes, psicoterapeuta especializada en cuestiones relacionadas con la salud reproductiva de la mujer. “Y supongo que lo que yo diría es que no, no son todos iguales”.
Avances en casos sin resolver
En el pasado, los agentes de la ley que trabajaban en casos de bebés desconocidos recurrían al CODIS, la base de datos nacional de ADN gestionada por el FBI, pero esta suele incluir muestras solo de quienes han sido acusados de delitos. Las madres de recién nacidos abandonados suelen tener pocos antecedentes penales, o ninguno, y por tanto es poco probable que aparezcan en el CODIS.
La genealogía genética permite ahora encontrarlas de todos modos.
El gran avance se produjo en 2018, cuando la policía utilizó la técnica y las bases de datos públicas de ADN para identificar a un asesino en serie conocido como el asesino del Golden State. Menos de un año después, la policía de Sioux Falls, Dakota del Sur, anunció que había utilizado la genealogía genética en un caso Baby Doe, conectando a una mujer llamada Theresa Bentaas con la muerte de su hijo recién nacido en 1981.
Bentaas fue acusada de asesinato, y finalmente se le declaró culpable de homicidio culposo. Ese tipo de declaración permite a un acusado mantener su inocencia al tiempo que reconoce que la acusación tiene evidencia suficiente para condenarlo.
El juez del caso consideró que su bebé había vivido poco tiempo tras dar a luz sola. Bentaas pasó unos tres meses en prisión.
El caso suscitó polémica en su momento entre los expertos en genealogía genética, personas que habían empezado utilizando el ADN para explorar sus propios árboles genealógicos, que ahora veían cómo esta se aplicaba a las investigaciones criminales.
Debbie Kennett, genealogista genética e investigadora honoraria del University College de Londres, dijo que el procesamiento de Bentaas le había parecido escandaloso.
En Inglaterra, Canadá y algunos otros países de Occidente, el infanticidio es un delito distinto del asesinato y conlleva una pena mucho más leve, basada en la idea de que el embarazo y el periodo posparto entrañan riesgos únicos para la salud mental.
“En Estados Unidos parece que quieren encontrar a la madre para castigarla”, dijo Kennett.
Una amplia gama de resultados
En la mayoría de los casos examinados por The New York Times, las mujeres cuyo ADN coincidía con el de un recién nacido muerto fueron acusadas de asesinato. Algunas fueron condenadas a décadas de prisión, mientras que otras obtuvieron penas más leves, a menudo tras declararse culpables de cargos menores, como homicidio culposo. Un puñado de mujeres evitaron totalmente la cárcel.
Muchas personas que utilizan la genealogía genética para resolver delitos afirman que es apropiado que los tribunales tomen los datos que reúnan y luego determinen las consecuencias apropiadas.
“No puedes desactivar la actuación policial porque te preocupe que alguien pueda llegar a una conclusión equivocada”, dijo David Mittelman, fundador de Othram, un laboratorio forense privado. Othram proporcionó análisis de genealogía genética que se utilizaron para resolver una decena de casos de recién nacidos Baby Doe.
Sin embargo, algunas de las personas implicadas en los casos afirman que el sistema jurídico puede estar mal equipado para tener en cuenta las circunstancias que rodean a los nacimientos ocurridos muchos años atrás.
En 1993, una mujer de 22 años llamada Gail Eastwood dio a luz sola en un suburbio de Cleveland. Más tarde le dijo a la policía que no recordaba haber visto moverse al bebé ni que hiciera ningún ruido. Metió al bebé en una bolsa de basura, lo dejó en el bosque y nunca le contó a nadie lo ocurrido, ni siquiera a su novio, con quien se casó al año siguiente.
Casi 30 años después, la genealogía genética llevó a la policía hasta la puerta de su casa, y un jurado la declaró culpable de asesinato en 2022. Ahora cumple una condena de 15 años a cadena perpetua.
Su esposo, Mark Ritchey, quien era el padre del bebé, se enteró de lo ocurrido sólo cuando detuvieron a su esposa. Dijo sentirse frustrado por el hecho de que no se permitiera al jurado de su juicio escuchar evidencias sobre el estado mental de su esposa durante el parto.
“Entiendo que lo ocurrido es trágico, no me eximo de responsabilidad por ello”, dijo él en una entrevista. “Pero que mi esposa esté en prisión no es la respuesta”.
Una coincidencia plantea nuevas interrogantes
Maricela Frausto tenía 25 años en septiembre de 2004, vivía en Hondo y estaba casada con un hombre mayor que ella, tras haber crecido en un hogar abusivo. Según contó más tarde a sus abogados y a un investigador que trabajaba para ellos, no sabía que estaba embarazada.
Una tarde, fue al baño y se desmayó, según dijo a los abogados. Cuando se despertó en medio de dolores, se dio cuenta de que había entrado en trabajo de parto. Dio a luz, pero no oyó que la bebé hiciera sonidos. Confundida y abrumada, se aseó y la metió en un armario, dijeron sus abogados. Dos días después, abandonó a la bebé junto a la carretera, donde el ranchero encontró su cadáver.
Tras ser detenida casi dos décadas después, se mostró inflexible con su equipo jurídico: ella no mató a su bebé.
Pero desde el principio, los ayudantes del sheriff creyeron que estaban investigando un asesinato: el forense había llegado a la conclusión de que la bebé había nacido viva. A esa conclusión se llegó mediante una prueba, ahora ampliamente desacreditada pero que sigue utilizándose a veces, en la que se introducen en agua los pulmones de un bebé muerto; si los pulmones flotan, se presume que proceden de un bebé que nació vivo.
Cuando la genealogía genética se convirtió en una herramienta policial, Springer había abandonado la oficina del sheriff local, pero otros detectives habían permanecido en el caso. En octubre de 2022, trabajando con una empresa privada de genealogía genética forense, Identifinders International, los detectives subieron un perfil de ADN de la bebé a dos bases de datos genealógicas públicas.
La coincidencia más cercana que encontraron fue la de alguien que, por el grado de coincidencia, parecía ser prima segunda de la bebé. Pero había un problema. Cuando el equipo de Identifinders International se puso en contacto con la aparente prima segunda, esta les dijo que había sido adoptada. Sin embargo, conocía el nombre de su madre biológica, por lo que los genealogistas pudieron construir el árbol genealógico de la bebé.
Una vez que identificaron a la probable abuela de la bebé, los agentes se pusieron en contacto con todos los hijos de esa mujer, los posibles padres de la bebé. Todos ellos facilitaron muestras de su ADN, incluida Frausto.
“Nunca lo supimos”, dijo Orlando Flores, hermano de Frausto, sobre el embarazo de su hermana, ocurrido hace mucho tiempo. “Me enteré cuando la policía tocó a mi puerta”.
Después de que un análisis de ADN confirmara que Frausto era la madre de la bebé, fue detenida y acusada de asesinato sujeto a pena de capital el 20 de noviembre de 2023.
Frausto insistió en que no había matado a su bebé.
Anthony Welch, uno de los abogados de oficio que representaba a Frausto, dijo que había argumentos sólidos para afirmar que la bebé había nacido muerta, lo que significaba que Frausto no podía ser culpable de haberla matado. Además, hacía tiempo que había prescrito cualquier acusación de manipulación indebida de restos humanos.
También estaba la cuestión de la vida de Frausto desde 2004. Había criado a dos hijos, tenía un negocio próspero y nunca había tenido problemas con la ley.
Este fue uno de los factores que llevaron a Christian Neumann, ayudante del fiscal del distrito que trabajaba en el caso, a preguntarse si tenía sentido juzgar a Frausto por asesinato.
Dijo que le preocupaban las evidencias forenses. Sabía que existía un argumento razonable de que la bebé había nacido muerta, y no tenía una respuesta sólida a la pregunta de cómo había muerto, cuestión fundamental en cualquier caso de homicidio.
Neumann decidió ofrecer a Frausto un acuerdo que le permitiera declararse culpable de homicidio culposo en lugar de asesinato, con una pena de 18 años de prisión. Podrá optar a la libertad condicional a finales de este año.
Parecía el resultado correcto, dijo Neumann.
“La limitación de la genealogía genética forense es que resuelve la cuestión de la identidad o la afinidad”, dijo. “Pero no resuelve necesariamente un delito”.
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