¿Por qué ha llovido tanto en el Valle de México?

| 11:34 | Lucía P Castillo | UNAM

La lluvia que se presentó en la Ciudad de México el pasado domingo 10 de agosto fue la más intensa desde 1952, pues en la zona del Zócalo el pluviómetro registró 84.5 milímetros de precipitación, superando los datos históricos, según informó la jefa de gobierno, Clara Brugada.

Sin embargo, ésta no ha sido la única tormenta de gran magnitud que ha azotado a la capital mexicana. Apenas el 2 y 13 de junio pasado, las tormentas registrada rebasaron los valores umbrales establecidos para considerar un evento de lluvia como extremo, aunque no rompieron ningún récord histórico.

¿Por qué ha llovido tanto en el Valle de México?

De acuerdo con Víctor Magaña, del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la respuesta a esta pregunta debe acotarse adecuadamente, ya que, las lluvias intensas son comunes durante la temporada de precipitaciones que va de mayo a octubre.

No obstante, en el caso de las actuales lluvias que se han presentado en la capital, el experto señaló que éstas están asociadas al paso de una onda tropical del este, fenómeno que favorece el flujo y la acumulación de humedad a su paso, por ejemplo en el centro del país.

“La humedad proviene principalmente del Golfo de México y el Caribe, y es transportada por vientos en altura. Cuando se combina con ciertas condiciones atmosféricas, puede generar lluvias intensas, como las que hemos observado recientemente”, detalló el especialista.

Por su parte, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) informó que  las precipitaciones que se han presentado y que se pronostica duren hasta el día jueves 14 de agosto, obedecen a la temperatura del agua oceánica y, debido a los aumentos recientes de temperaturas, el agua de mar está templada.

“Cuando el agua del mar supera los 22 grados Celsius, es cuando empieza a desprender vapor de agua que es la nubosidad que posteriormente genera las lluvias“, aclaró Leonardo Sánchez, especialista del SMN

Los promedios de temperatura recientes son de 28 a 30 grados, lo que provoca mucho vapor de agua. “Vamos a seguir con agua“, señaló Sánchez.

Percepción y comunicación

Por un lado debe considerarse el factor de la percepción y la comunicación, ya que, según el experto, “los medios tienden a publicar cosas como ‘nunca había pasado algo así’. Más aún, las autoridades tratan de justificar los problemas en la ciudad con ‘es que no había llovido así hacía no sé cuántos años’“.

No obstante, Magaña destacó que estos eventos meteorológicos deben analizarse desde una perspectiva de riesgo para saber en qué medida los desastres que dejan las lluvias son consecuencia del fenómeno, o si también son consecuencia de que una falta de preparación y prevención.

Esto es importante porque estas condiciones crean un contexto de vulnerabilidad, que hacen parecer que el fenómeno de lluvias intensas sea peor que antes.

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Además de que existen una serie de variables en el contexto, las cuales deben considerarse, como el terreno, la zona donde llovió, el sitio donde se tomaron las mediciones de los pluviómetros, etcétera; ya que éstas pueden provocar impresiones como que “ahora está lloviendo como nunca”.

Por ejemplo, durante la lluvia intensa del pasado 2 de junio “se manejó que habían llovido 70 milímetros y por ahí apareció información diciendo que con eso hubiéramos llenado la presa Madín”,

Sin embargo, esto es “ridículo”, aseguró el especialista, ya que destacó, se debe considerar que “esos 70 mm cayeron en la parte alta de Chapultepec, es decir, la lluvia no cayó de manera pareja”.

No obstante, la forma en que se comunica e informa a la gente provoca que las personas se queden con la impresión de que “ahora está lloviendo como nunca”, declaró el investigador de la UNAM.

Lo mismo ocurre con la lluvia de este 10 de agosto. Al decir que fue “la más intensa que se ha registrado en la capital desde 1951 y rompió récord histórico”, se piensa que no había llovido de esa forma desde hace más de 70 años en la ciudad. Pero esto no es del todo así, ya que, el récord enunciado de 84.5 milímetros sólo comprende la cantidad de agua de lluvia medida en la zona del Zócalo de la capital y no en toda la ciudad.

De hecho, en alcaldías como Venustiano Carranza, los registros marcaron 66 mm, una cantidad menor a la registrada el 2 de junio en chapultepec que fue de 70 milímetros; o incluso del registrado en 1960 en Coyoacán, donde los pluviómetros marcaron 134 mm.

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El contexto urbano

Otro elemento que debe considerarse es que el régimen de lluvias en la Ciudad de México está condicionado por numerosos factores interrelacionados, entre ellos el cambio climático, la expansión urbana y la pérdida de áreas verdes.

“El centro de la ciudad, al no contar con áreas verdes ni cuerpos de agua, que son sumideros de calor, se comporta como una zona desértica, lo que propicia el calentamiento superficial, la formación de islas de calor y la intensificación de lluvias convectivas, típicamente de corta duración pero gran intensidad”, explicó por su parte Elda Luyando López, del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático (ICAyCC).

Un factor determinante en el impacto de estas lluvias es la urbanización: el aumento de superficies impermeables reduce la infiltración del agua al suelo y favorece el escurrimiento superficial, lo que incrementa el riesgo de inundaciones.

Los sistemas de desagüe

Los deficientes sistemas de desagüe que posee la CDMX son otro factor que influye en que las consecuencias de las fuertes lluvias sean mayúsculas. Y es que, dado que la temporada de lluvias se concentra en los meses de mayo a octubre de forma localizada y repentina, la filtración del agua desborda la capacidad de los sistemas de desagüe.

Ahora llueve mucho y también ¿llueve poco?

Magaña, quien realiza estudios sobre el clima y sus impactos, insistió en que todo depende de la percepción y comunicación de los eventos meteorológicos, ya que, del mismo modo en que durante la temporada de lluvias se cree que llueve más, en la temporada de sequías, se cree que la sequía es peor.

 “Va a haber años en que llueva muy poco, como en el 2023 que prácticamente no llovió en junio en el centro de México. Pero para esa circunstancia también debemos estar preparados”.

Víctor Magaña, investigador del Instituto de Geografía de la UNAM

Consecuencias y beneficios de las lluvias intensas

Las lluvias extremas traen consigo tanto beneficios como riesgos. De acuerdo con la UNAM, entre los aspectos positivos se encuentran la recarga de acuíferos y presas, la limpieza de cuerpos de agua y la distribución de nutrientes.

Sin embargo, también pueden provocan encharcamientos, inundaciones, daños a la infraestructura urbana e interrupción en los servios, tal como ocurrió en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) y que por consecuencia 16 vuelos fueron desviados, tres cancelados y 120 más presentaron demoras, dejando un total de 19 mil 500 pasajeros afectados.

O, en el Sistema Colectivo Metro que donde se presentaron interrupciones parciales debido a cortos circuitos y vías afectadas por la lluvia.

¿Qué hacer ante las lluvias intensas?

Frente a la temporada de lluvias, los especialistas de la UNAM indicaron que es fundamental tomar precauciones para proteger la seguridad personal, familiar y comunitaria, por ello recomendaron:

  • Mantener limpias coladeras, azoteas y desagües para evitar taponamientos.
  • Monitorear constantemente los reportes del Servicio Meteorológico Nacional.
  • Evitar cruzar corrientes de agua o zonas encharcadas durante la lluvia.
  • Resguardarse en lugares seguros durante tormentas eléctricas.
  • Desconectar aparatos eléctricos si hay riesgo de inundación.

La prevención es clave para reducir riesgos, y requiere de acciones tanto individuales como colectivas. Lo que cada persona hace en su entorno, como no tirar basura en la calle o limpiar su coladera, tiene un impacto directo en la seguridad de quienes le rodean.

Actuar con responsabilidad y solidaridad es esencial para construir comunidades más resilientes ante fenómenos climáticos cada vez más intensos.

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