¿Por qué Fernando Botero pintaba “gordos”?

Por qué Botero pintaba gordos
Fernando Botero murió este viernes 15 de septiembre. | Foto: Getty Images.

Fernando Botero, quien murió este viernes 15 de septiembre a la edad de 91 años, fue un artista colombiano con predilección por los personajes voluminosos y una paleta de colores explosiva. De ahí que, la obra del pintor y escultor fuera conocida mundialmente por “pintar gordos”.

La muerte del pintor fue confirmada por Gustavo Petro, presidente de Colombia, a través de su cuenta de Twitter. En su publicación el mandatario dedicó un sensible mensaje a la memoria de Botero.

“Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz. De la paloma mil veces desechada y mil veces puesta en su trono”

Gustavo Petro, presidente de Colombia

Pero, ¿por qué Botero pintaba “gordos”?

Fernando Botero no pintaba gordos, asegura el Museo Botero de Bogotá, quien sostiene que en realidad lo que hacía el artista era explorar figuras con volúmenes grandes y exagerados. Las cuales se han utilizado para representar la crítica política o el humor.

De hecho, según el Museo, Botero siempre negó estar obsesionado con la gordura y aseguró que las voluminosas figuras de su obra eran, más bien, muestra de su gran interés por el volumen y la “sensualidad de la forma”.

“Nadie me cree, pero es cierto (…) No he pintado una gorda en mi vida. Me interesa el volumen, la sensualidad de la forma. Si pinto una mujer, un hombre, un perro o un caballo, lo hago con volumen. No es que yo tenga una obsesión con las mujeres gordas“, explicó en una entrevista al periódico español El Mundo en 2014.

Sobre esto, Alfonso Miranda Márquez, director general del Museo Soumaya, señaló en un recorrido virtual por el recinto que dirige:

“Nunca ha modelado personas con sobrepeso Fernando Botero, la sobrevolumetría nos permite entender el rebase de esta linea, y nos compromete con el exceso del límite, con las sobreexposición sobre la dimensión que de pronto el arte y la mirada de Botero realiza al entendimiento del ser humano y de los propios volúmenes”.

Fue justo la “sensual volumetría” de sus pinturas y esculturas, la que hizo que Botero hiciera una revolución estética. Constancia de eso es lo que dijo en 2005 durante una entrevista en el programa de la BBC, Estudio 834: “en el arte moderno la idea del volumen es tabú”.

De acuerdo con el museo colombiano que lleva su nombre, “con las curvas y los colores pastel de sus lienzos, Botero denunció la violencia que desangró a Colombia, incluyendo la muerte del narcotraficante Pablo Escobar“.

Además, sus figuras corpulentas lo han visto abordar una amplia gama de temas que incluyen reinterpretaciones de pinturas de viejos maestros, escenas callejeras latinoamericanas, vida doméstica y retratos satíricos de figuras políticas. El volumen de sus personajes permite al artista enfatizar y resaltar ciertos rasgos, aumentando su impacto.

¿Cómo nació el estilo “boterista”?

Botero comenzó a pintar formas voluminosas durante su estancia en la Ciudad de México en 1956, cuando pintó una mandolina con una boca inusualmente pequeña, lo que hizo que el instrumento adquiriera proporciones exageradas, señala el recinto, quien sostiene que ese fue el inicio de su estilo conocido como “boterismo”.

“Botero estaba entusiasmado con estas posibilidades aparentemente nuevas y eso encendió su exploración del volumen durante toda su vida”.

Museo Botero de Bogotá

¿Quién era Fernando Botero?

Fernando Botero fue hijo de un vendedor ambulante y una costurera. Durante su juventud quiso ser torero pero colgó el capote para dedicarse a la pintura. A los 14 años logró vender su primera acuarela, la cual era un matador, en las puertas de la plaza de toros de Medellín, señala el museo.

Después de trabajar como ilustrador en un diario local se mudó a Bogotá. Cuando vendió suficientes cuadros para pagarse el pasaje, viajó a Europa a estudiar la obra de artistas como Francisco de Goya, Diego Velázquez y Pablo Picasso.

En Madrid vendió dibujos en la puerta del Museo del Prado y más adelante pasó tiempo en Nueva York y Ciudad de México.

Su estilo figurativo iba a contramano del pop y del abstracto dominantes en la década de 1960, por lo que Botero tardó en ser apreciado.

En 1961 vendió su primera pintura al Museo de Arte Moderno de Nueva York, una Mona Lisa regordeta de manos diminutas.

Según la Agencia de Noticias Reuters, dos décadas después Botero ya era uno de los artistas latinoamericanos más famosos. Sus figuras rellenas cuelgan en los museos más importantes del mundo y sus esculturas han estado expuestas en las calles de París, Nueva York, Pekín y hasta en Giza, con las pirámides de Egipto.

Botero estuvo casado tres veces y su última esposa fue la escultora griega Sophia Vari. Uno de sus hijos fue ministro de Defensa de Colombia y acabó envuelto en un escándalo de corrupción en la década de 1990.

Trabajó hasta el final en sus estudios de París y Pietrasanta, una pequeña ciudad de la toscana italiana donde fundía sus esculturas.

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