¿Censuraron a Cri-Cri? Mario Iván Martínez rememora la historia de Francisco Gabilondo Soler

En una época donde la infancia carecía de una voz propia en la música, un hombre llamado Francisco Gabilondo Soler, mejor conocido como Cri-Cri, cambió el panorama para siempre. Hoy, a décadas de su creación, su legado no sólo sobrevive: se reinventa en espectáculos que celebran su genio narrativo, su riqueza melódica… y su poder de crítica, incluso cuando esa fuerza lo llevó a ser censurado.
Un artista “subversivo” para los oídos del poder
Pese a que es recordado como “El grillito cantor” y figura icónica de la niñez mexicana, Cri-Cri también fue incómodo para los sectores más conservadores. Su obra, que aparentemente sólo contaba cuentos y cantaba melodías pegajosas, contenía una crítica social aguda.
“El caso de ‘La negrita cucurumbé‘ o ‘La patita’ son claros ejemplos de cómo Cri-Cri tocaba temas sensibles como el racismo o la desigualdad económica”, cuenta el actor y cuentacuentos Mariván Martínez, quien desde 2007 ha asumido la labor de reinterpretar el universo del compositor. “Hubo un momento en que estuvo prohibido en escuelas. Lo consideraban subversivo”, reveló en entrevista para Unotv.com.
Cri-Cri más allá de los éxitos: 226 canciones y una literatura olvidada
En entrevista, Mario Iván compartió que su acercamiento al legado de Gabilondo Soler no sólo se limita a las canciones conocidas. En su propuesta escénica recupera el lado menos explorado del autor: su vasta producción literaria. “Cri-Cri estuvo 26 años en la XEW y escribió cuentos, poemas y reflexiones que dotaban de sentido a sus canciones. No era una miscelánea de éxitos. Él construía universos temáticos con coherencia”, explicó.
Por eso, los espectáculos actuales no se limitan a poner al público a cantar. Los textos que preceden a canciones como “El Ropero” o “Toma el llavero abuelita” revelan una poesía deliciosa, cargada de respeto por el lenguaje y por la imaginación infantil.
Dos espectáculos, un mismo homenaje
Este verano, el homenaje a Cri-Cri llega por partida doble. El primero es “Descubriendo a Cri-Cri”, un montaje unipersonal en el que Mario Iván Martínez interpreta en solitario canciones y cuentos del autor. El segundo, “Que dejen toditos los sueños abiertos”, es una versión coral con actores y, en funciones especiales, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Minería.
“Actuar con una orquesta es otro nivel de emoción. Es escuchar cómo cada instrumento acaricia una melodía que creías conocer”, dijo Mario Iván sobre la serie de presentaciones que se llevarán a cabo en la Sala Nezahualcóyotl, el Teatro Esperanza Iris y el Teatro Hidalgo.
Un Mozart mexicano para el alma infantil
El cuentacuentos no dudó en calificar a Cri-Cri como “el Mozart mexicano” por su capacidad de crear melodías memorables que se reconocen desde el primer compás. “Era un torrente melódico. Cada canción era un pequeño cuento. Una obra completa en miniatura”.
Y es que Cri-Cri no se propuso educar ni moralizar a los niños, como lo hacían los cuentos tradicionales heredados del siglo XIX. Su objetivo era divertir, emocionar y reflejar la vida tal como es: absurda, dulce, contradictoria. “Él decía: no soy su maestro. Si hay moraleja, bien. Pero lo importante es que la pasen bien”, afirmó Martínez.
Redescubrir para resistir el olvido
En tiempos donde lo efímero domina la atención, el legado de Cri-Cri resiste. Mario Iván Martínez lo resumió con una frase que su madre le inculcó: “Cultiva un prestigio más que una fama efímera”. Y en ese sentido, el trabajo del cuentacuentos y su equipo es un acto de memoria y resistencia: redescubrir al autor que fue vetado por incomodar, y que sin embargo sigue cantando en los corazones de generaciones.
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