La leyenda de La Taconera en Saltillo, Coahuila: el alma que vaga en pena

LA TACONERA SALTILLO
La Taconera es una leyenda de un alma que vaga en pena en el Centro Histórico de Saltillo. Foto: Uno TV

Una mujer, cuya alma en pena aún recorre las calles del Centro Histórico de Saltillo, en Coahuila, ha dado paso a la leyenda de La Taconera.

Aunque las versiones difieren según quien cuente la historia, La Taconera fue el apodo con el que se conoció a una mujer que vivía en una modesta casa de la calle del camposanto que hoy tiene el nombre de Juárez y cuyos pasos por las calles dejaban escuchar el sonido que producían los tacones de sus zapatos.

De día, la mujer se dedicaba al cuidado de su madre de más de 90 años, quien senil y enferma requería de muchos cuidados que ella le procuraba; sin embargo, al caer la noche, La Taconera salía engalanada presuntamente a verse con su amante y, al caminar por las calles vacías y de noche sus vecinos la reconocían al escuchar el sonido de sus tacones.

El tiempo y la vida transcurrían para La Taconera bajo la misma rutina: de hija al pendiente de su madre enferma y por la noche, dando rienda suelta a sus instintos y despreocupada de los trabajos del día.

Pero como la vida es caprichosa y la muerte no espera, un día, al volver luego de horas fuera de su casa, tiempo que la gente murmuraba pasaba con un amante, La Taconera encontró el hogar en silencio absoluto y temiendo lo peor, al ir en busca de su madre la halló muerta y ya fría en su cama.

Con la zozobra de una muerte solitaria sin nadie que detuviera la mano de su madre, La Taconera enfermó de tristeza y de culpa, por lo que, tras la partida de su progenitora, poco después, ella también murió de causas desconocidas, invadida sólo por los remordimientos de sus actos.

Pero tiempo después de la muerte de la hija, los vecinos comenzaron a escuchar de noche en las calles del Centro Histórico de Saltillo, ruidos como si se tratara de los pasos de La Taconera, pero al salir a la calle no hallaban nada.

Desde entonces se dice que a veces se escuchan los tacones de la mujer cuando su alma en pena recorre las calles como una penitencia por dejar que su madre muriera sola en su casa, mientras ella daba rienda suelta a la pasión con su amante.

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