“Hay 10 compañeros lesionados; me duele el cuerpo”: fotoperiodista tras marcha del 2 de octubre en CDMX
Las imágenes estremecedoras de policías envueltos en llamas, manifestantes encapuchados lanzando bombas molotov y reporteros heridos forman parte de una cruda narrativa que cada vez se repite con más frecuencia en las marchas por la conmemoración del 2 de octubre en la Ciudad de México (CDMX).
En entrevista para “A las nueve en Uno, con Pablo Valdés y Juan Rivas”, Alfredo Domínguez, fotoperiodista del diario La Jornada, con años de experiencia en la cobertura de temas de seguridad, justicia y movilizaciones sociales, narró lo que vivió este 2 de octubre durante la marcha.
“Hoy me duele el cuerpo, pero ya estoy listo para salir de nuevo. Así es este oficio”.
Domínguez fue testigo directo de uno de los disturbios que estallaron en la más reciente manifestación en la capital, donde lo que comenzó como una marcha terminó por convertirse en una jornada violenta que dejó decenas de agresiones y caos en el Centro Histórico.
“Esto se salió completamente de control” afirmó Alfredo. ”Aproximadamente 40 encapuchados encabezaban el contingente, pero al llegar al Zócalo se les unieron más de 300 jóvenes, muchos de ellos menores de edad. Rebasaron por completo a los elementos policiacos”.
El fotoperiodista narró que existe un clima cada vez más hostil para los medios de comunicación, los riesgos no provienen únicamente de los manifestantes. La agresión viene también del lado de las autoridades.
”Más de 10 compañeros fotógrafos fueron agredidos, tanto por los encapuchados como por la policía. Ya no sabes de qué lado cuidarte”, comentó.
La adrenalina se convierte en un escudo temporal. Durante la cobertura, Alfredo no sintió el dolor de las lesiones que después descubriría: golpes en el tobillo, codo, moretones. “Es parte del trabajo“, dijo con resignación.
Liberta de expresión… ¿Para quiénes?
Uno de los aspectos más inquietantes que Domínguez destaca es la contradicción entre el discurso de libertad de expresión y los actos violentos contra quienes documentan las protestas.
”Muchos jóvenes te gritan ‘¡no me tomes fotos, soy menor de edad!’, pero son los mismos que te lanzan petardos y destruyen. Si intentas dialogar con ellos, se te viene todo el grupo encima. Mejor te haces a un lado y sigues trabajando”, explicó.
El fotógrafo también lanza una crítica a ciertos grupos que, en teoría, deberían defender los derechos humanos, como Marabunta, cuya presencia en las marchas ha generado controversia.
”Ellos dicen que están pera mediar y promover, pero a veces parece que protegen más a los agresores. Ayer incluso varios de ellos salieron heridos. Ya nadie se salva”.
Cobertura en fuego
Alfredo Domínguez reconoce que la cobertura de este tipo de eventos requiere no sólo de preparación técnica, sino también emocional. La experiencia de años en la calle le han enseñado que el objetivo es claro: documentar sin convertirse en parte de la noticia.
“Muchos jóvenes reporteros quieren la mejor toma, el mejor video, y se meten en medio del conflicto. Eso genera caos. Nosotros tratamos de mantener la distancia, pero hay momentos en los que simplemente no hay a dónde correr“
En sus imágenes se observa el rostro real del conflicto: policías intentando sofocar las llamas con pequeños extinguidores, cuerpos caídos, calles cubiertas de humo y tensión. La violencia, dice, no es nueva, pero sí creciente.
“La policía ya no actúa como antes. Parece que su consigna es aguantar, no responder. Pero cada vez es más fuerte la violencia en su contra y también contra nosotros”
Las fotografías de Alfredo no son sólo imágenes; son testimonio de una época donde la protesta social convive con la violencia, y donde el trabajo periodístico se vuelve una labor de resistencia. Entre bombas molotov, palos, consignas y cámaras, Alfredo continúa haciendo lo mejor que sabe: contar historias a través de su lente.




