“Esto ya no es una guerra, es terrorismo”: pobladores de Apatzingán huyen de las balas y los drones en Tierra Caliente, Michoacán
Casas destruidas, inmuebles saqueados y calles vacías es la cicatriz que el crimen organizado ha dejado en comunidades de Apatzingán, Michoacán.
El Guayabo y el Mirador se han convertido en pueblos fantasmas por el miedo y la violencia. En la comunidad de El Guayabo, hay un éxodo constante.
Para Lourdes, el escenario es de terrorismo; empaca lo que puede y abandona años de esfuerzo y trabajo.
“Esto ya no es una guerra, es terrorismo lo que estamos viviendo, porque todas las noches, no hay una noche que no haya drones, balazos y todo eso, todas las noches es lo mismo, ya nadie quiere volver; que se haga justicia, que haga algo ya, por favor, ya es justo; estamos hartos de todo”, Lourdes, madre de familia desplazada.

Ante el temor de una emboscada, la mujer corta la entrevista y se aleja, buscando un nuevo comienzo lejos del alcance de las balas.
Apenas a 15 kilómetros de la cabecera municipal, en la comunidad de El Mirador, don Eustaquio carga sus últimas pertenencias en una camioneta, decidido a no volver.
“Ahorita como ven, yo ya voy de salida con mi familia, ya voy para afuera, nos desplazamos hacia Apatzingán, dejamos casas, dejamos ganado, dejamos animales y las casas. Todas despedazadas de dronazos. Alcancé a sacar nomás lo que es una cama, nomás fue lo que me dejaron, una cama, porque todo me saquearon, están saqueando todos los ranchos, las casas”, Eustaquio, habitante de El Mirador.
Ramiro González vive entre escombros, luego de que, hace una semana, lanzaron drones explosivos sobre su hogar mientras su familia disfrutaba de unas vacaciones.
El techo de tejas se derrumbó, dejando la casa inhabitable. Ahora duerme en la cochera, aferrándose a lo poco que le queda.
“Aquí estaba yo durmiendo ese día que nos agarraron aquí en la noche; cayeron cuatro, fue lo que desbarató la casa. A todos nos agarró de sorpresa, fue algo que primero, dije, cayó cerca el primero, pero a los 34 segundos cayeron tres más en un ataque directo. Que se fijen, están jodiendo a gente inocente, ahorita la casa que está acá abajo también le hicieron lo mismo… ”, Ramiro González, afectado por ataque con drones explosivos.
Seis kilómetros de terracería separan El Mirador de El Guayabo. Un camión de la Guardia Nacional vigila el acceso, mientras una treintena de valientes se niegan a abandonar sus propiedades.
En la plaza, un convoy militar brinda una ligera sensación de seguridad, aunque a pocos metros, una tienda de abarrotes y una fonda están destrozados por explosivos. En las casas aledañas, las huellas de las balas parecen advertir que se está en una zona de guerra.
El Gobierno municipal calcula que, al menos, 180 pobladores de El Mirador y El Guayabo han abandonado. Intenta paliar la crisis haciendo un censo de desplazados para ayudarlos con lo básico y que puedan volver.
“La Tierra Caliente sufre esta situación de violencia generalizada de grupos antagónicos en disputa de un territorio. En el último censo se estimaba una población aproximada, entre ambas comunidades, de cerca de 400 personas, 350 personas, de estas 350 personas, nosotros ya tenemos evidencia y tenemos un registro de por lo menos 160 – 180 personas, ya de manera establecida aquí en la zona urbana; entre ambas comunidades, la población ha tenido un éxodo de por lo menos el 50%”, Fanny Arreola Pichardo, presidenta de Apatzingán.
La alcaldesa prevé que en dos semanas las familias puedan regresar de manera segura a sus casas, aunque encontrarán que entre el 50 y el 70% de todos los inmuebles, incluidas escuelas y plazas de ambas comunidades, están dañados por las balas y explosiones.




