Habitantes de la comunidad indígena de Santa Fe de la Laguna, en el municipio de Quiroga, Michoacán, prepararon la llegada de sus angelitos difuntos con coloridos y monumentales altares.
En la casa de doña Sofía Tzintzun, aguardan la llegada de Carlos, su sobrino, un hombre joven que falleció hace cuatro meses sin haberse casado ni tenido hijo, por lo que en la cultura purépecha está considerado como un alma pura.
- Los arcos de flores de cempasúchil y terciopelo, como llaman aquí a la mano de león, son el comienzo de los altares repletos de ofrendas que incluyen velas, fruta, pan, dulces, calaveritas de azúcar y, por supuesto, la comida favorita del fallecido.
“Aquí es la costumbre, se adornan y hacen una fiestecita así para esperarla, para toda la gente que viene a esperarla, trae la ofrenda. Cada que venga así a traer las ofrendas, pues, yo también preparo algo ahí y lo regalo, así es aquí, así es la costumbre”, Sofía Tzintzun Valentín, tía de angelito velado en Santa Fe de la Laguna, Michoacán.
Tradición de Día de Muertos en Michoacán
En la casa del pequeño Octavio, fallecido a los 6 meses de gestación, sus papás y familiares han preparado un altar de bienvenida que desprende un intenso olor a flor que, dicen, servirá de guía para que su bebé sepa cómo llegar a su hogar.
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Los padrinos del bautizo llegaron antes de las 7:00 de la noche para ofrecer el rosario, como lo dicta la tradición. Luego del rezo, los asistentes compartieron pozole, atole, pan tradicional y risas, porque en esta celebración no hay tristeza ni lamentaciones, solamente la esperanza de volver a reencontrarse con los suyos.
“Le pusimos bienvenido, las flores para que sepa dónde llegar y las ofrendas para que llegue y vea todo. Es algo como feliz de que regresan los muertitos, las animas, pues regresan y es todo feliz, como si estuvieran aquí presentes con nosotros”. Ana Lizbeth Santana, madre de angelito velado en Santa Fe de la Laguna, Michoacán.
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- Los adultos mayores tienen la encomienda de heredar la cosmovisión purépecha a los más jóvenes y así preservar estas tradicional prehispánica.
“Casi todos ya saben, los niños también y por eso se respeta la tradición”, añadió María Concepción Fabián Lemus, habitante de Santa Fe de la Laguna.
La noche del 31 de octubre y madrugada del 1 de noviembre, el pueblo de Santa Fe de la Laguna vela a sus angelitos en la intimidad de sus casas, con familiares y amigos cercanos, para el día jueves, continuar con una misa y oraciones en la sepultura donde descansan los restos de los seres queridos, con quienes volverán a encontrarse hasta el año siguiente.
