¡Héroes anónimos! Dan alimentos a migrantes centroamericanos en Zacatecas; se hacen llamar “Máquina 30-30”

Gracias a un ejército de voluntarios, los migrantes centroamericanos que viajan sobre el lomo de acero de la “Bestia” encuentran un respiro cuando el tren pasa por el estado de Zacatecas.

Lupita Cuevas y su esposo quedaron conmovidos cuando vieron el ferrocarril lleno de personas indocumentadas con hambre, sed y frío.

“Mi esposo y yo veníamos del mercado de abastos y vimos a toda la gente que venía en el tren. Entonces, decidimos comprar algunas botellas de agua para regalar, pero, pues fueron insuficientes, compramos alrededor de 30, 40 botellas”.

Guadalupe Cuevas, fundadora de “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

Colectivo “Máquina 30-30, amor sin fronteras”

Los voluntarios ayudan y dan consuelo a los migrantes. Foto: Cuartoscuro

Lupita decidió pedir ayuda a los habitantes de la comunidad La Pimienta, donde vive. Así, fundó el colectivo “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

“Lupita es de ahí, de mi comunidad, y mi hermana fue la primera que se unió con ella. Empezaron como siete personas y ya después yo me uní con ellos y les ayudé a recolectar, a comprar aguas, porque al principio era con nuestro dinero. No dábamos tanta ayuda porque era con nuestro dinero y no ajustábamos, y ya después, decidimos por comenzar a pedir ayuda”.

Jaqueline Reyes, cofundadora de “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

Para obtener los apoyos, se requieren días enteros de trabajo. Los voluntarios recolectan en el mercado de abastos algunos insumos. Otros los consiguen gracias a la generosidad de la población.

“Una botella de agua, un bolillo, algo, y aquí todo sirve, un peso, lo que sea para ayudar más”.

Gerardo Cuevas, voluntario de “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

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“Nos preparamos embolsando cosas para tener todo listo para cuando llegue el tren. Y sí, como usted comenta, tenemos trabajo y responsabilidades y nos tomamos el tiempo para estar aquí”.

Ruth Martínez, voluntaria de “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

Al colectivo se unió Jaqueline, trabajadora de una llantera ubicada al pie de la vía. Con el permiso de su jefe, montó un improvisado centro de acopio.

  • Cuando el tren se marcha, viene una tormenta de sentimientos encontrados

“A mí me da más nostalgia cuando nos toca repartir lonches de día, porque les vemos el rostro directamente a las personas, a las mujeres, a los niños, y por muy fuerte que seas, el corazón se quiebra. En la noche es más fácil porque, pues no ves, nada más así avientas al aire, pero cuando ya les ves el rostro, sí se da uno cuenta que está demasiado bendecido con lo que uno tiene”.

Jaqueline Reyes, cofundadora de “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

Los voluntarios esperan que la ayuda que se brinda en Zacatecas sirva de apoyo y consuelo a los migrantes en la búsqueda del “sueño americano”.

“Que les vaya bien en su camino y ojalá y lleguen con bien para poderle dar una vida mejor a su familia”.

Javier Mireles, voluntario “Máquina 30-30, amor sin fronteras”.

A casi medio año de haber iniciado esta noble tarea, Lupita Cuevas ha logrado construir una red de información para conocer el paso de los migrantes por Guanajuato y Aguascalientes. Con ello, tiene el tiempo necesario para reunir a su ejército de voluntarios, quienes incondicionalmente van en ayuda de los pasajeros de la “Bestia”.

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