¿Hornear o freír? Un estudio revela cuál es la opción más saludable para evitar sustancias tóxicas en la comida

| 12:16 | Aldo Flores - Agencias | Europa Press
hornear o freír
¿Es más saludable hornear o freír? Foto: Pexels

La forma en que cocinamos los alimentos puede ser tan importante como los ingredientes que elegimos. Más allá del sabor o la textura, el método de cocción influye directamente en el valor nutricional y en la posible presencia de compuestos dañinos que afectan nuestra salud. Y aunque freír suele ser la opción favorita por su sabor y rapidez, cada vez hay más evidencia de que no siempre es la mejor alternativa.

En los últimos años, expertos en nutrición han advertido sobre cómo las altas temperaturas, especialmente durante la fritura, pueden favorecer la aparición de sustancias perjudiciales. En ese contexto, el horneado emerge como una técnica que no sólo conserva los nutrientes, sino que además podría ayudarnos a evitar riesgos innecesarios.

¿Qué es más saludable: hornear o freír?

Un estudio reciente realizado por el Servicio de Hospitalidad de la Clínica Universidad de Navarra en Madrid refuerza esta idea. La investigación, presentada en el Congreso de Nutrición Práctica de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación, demuestra que técnicas culinarias como el horneado pueden reducir significativamente la formación de compuestos tóxicos, sin comprometer el sabor ni la calidad nutricional de los alimentos.

“El proceso de preparación de los alimentos es clave para mejorar su palatabilidad y valor nutricional, pero también puede generar sustancias que suponen un riesgo para la salud, especialmente en pacientes hospitalizados”,

señala Concepción Manrique, directora del Área de Dietas de la clínica.

El estudio se centró especialmente en la acrilamida, una sustancia química que se forma de manera natural cuando se cocinan alimentos ricos en almidón a altas temperaturas.

La exposición prolongada a esta sustancia puede aumentar el riesgo de cáncer y provocar otros efectos negativos, como debilidad muscular o entumecimiento.

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Para comprobar el impacto del horneado, los investigadores compararon dos recetas comunes en hospitales, croquetas de cocido madrileño y patatas con pimentón y orégano, cocinadas con fritura tradicional y con un programa especial de horneado. ¿El resultado? En los alimentos horneados no se detectaron acrilamidas, o su presencia fue mínima, sin alterar su sabor ni presentación.

“Cada día buscamos que nuestros pacientes disfruten su comida, pero también debemos evitar que el método de cocinado genere sustancias nocivas”,

explica Xandra Luque, chef de la Clínica en Madrid.

Además, el equipo de nutrición analizó la relación entre la diversidad alimentaria y el índice de masa corporal (IMC) en pacientes hospitalizados. Se encontró que una dieta más variada ayuda a prevenir enfermedades metabólicas como la obesidad. “Los pacientes con menor variedad alimentaria tenían IMC más altos. Esta relación fue inversa en jóvenes y adultos mayores, pero directa en personas de mediana edad”, detalló la nutricionista Maru Dulcich.

Este estudio vuelve a poner sobre la mesa un mensaje claro: elegir cómo cocinamos es una decisión que también puede proteger nuestra salud.

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