10 factores que influyen en la elección de un Papa
La muerte del Papa Francisco, el 21 de abril de 2025, ha marcado un punto de inflexión para la Iglesia Católica.
Más allá del duelo, se abre un periodo de decisiones cruciales – la más importante, la elección del nuevo Papa – que definirán el rumbo espiritual, político y cultural de la institución en las próximas décadas.
¿Qué factores influyen en la elección de un Papa?
El doctor Jorge Eugenio Traslosheros Hernández, historiador y académico del Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma de México realiza un análisis, en UNAM Global, de los factores que influirán en la próxima elección del Papa.
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Para Traslosheros, el Papa no se elige con base en posturas políticas, sino por su capacidad para ser “signo de unidad y de esperanza”, además de otros factores alejados de etiquetas como “conservadores” y “liberales”.
Estos factores son los que influirán en la decisión:
- Capacidad de ser signo de unidad y esperanza: el nuevo Papa debe ser una figura capaz de unir a la Iglesia en tiempos de tensión y fragmentación.
- Contexto mundial y desafíos contemporáneos: temas como la migración, la pobreza, la guerra, el cambio climático y la secularización influyen en el perfil que se busca.
- Perfil espiritual y carismático del candidato: no se trata solo de preparación académica o experiencia eclesiástica, sino también de cualidades espirituales y de liderazgo.
- Tendencias dentro del Colegio Cardenalicio: aunque Francisco nombró a la mayoría de los actuales cardenales, no todos comparten una línea ideológica uniforme.
- Geopolítica dentro de la Iglesia: Factores como el país de origen del candidato, su visión pastoral y su postura ante temas polémicos pueden influir.
- Necesidad de continuidad o cambio: algunos sectores buscarán continuidad con el legado de Francisco; otros podrían optar por un perfil más conservador o diferente.
- Equilibrio entre tradición y modernización: se evalúa qué tan bien el candidato puede respetar la tradición de la Iglesia, sin dejar de dialogar con el mundo actual.
- Oración y discernimiento espiritual del cónclave: el proceso no es solo político: los cardenales rezan, meditan y buscan inspiración divina en su elección.
- Secreto y aislamiento del cónclave: el aislamiento impide presiones externas, permitiendo que la elección sea más libre y enfocada.
- Influencia indirecta de la opinión pública y los medios: Aunque el cónclave se realiza en privado, el ambiente mediático puede tener un eco indirecto en las preocupaciones del electorado cardenalicio.
¿Cuál es el proceso para elegir al Papa?
Cuando fallece un Papa, la Iglesia entra en una etapa denominada sede vacante, durante la cual se suspenden todas las funciones ordinarias de gobierno, excepto aquellas indispensables para el funcionamiento básico de la Santa Sede. Este periodo marca el inicio del proceso de elección del nuevo pontífice.
De acuerdo con UNAM Global, este procedimiento comienza formalmente con la convocatoria del cónclave, una reunión solemne y sumamente controlada en la que participan únicamente los cardenales con menos de 80 años de edad. Actualmente, 135 cardenales cumplen con los requisitos para votar.
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El cónclave se celebra en la Capilla Sixtina, bajo estrictas medidas de secreto. Los cardenales electores permanecen completamente aislados del mundo exterior y prestan juramento de confidencialidad. El objetivo: preservar la libertad y pureza del proceso.
Las votaciones se realizan hasta cuatro veces por día, mediante papeletas que se introducen en una urna especial. Tras cada votación, las papeletas se queman junto con productos químicos que generan humo: el color negro señala que aún no hay decisión; el blanco, que se ha alcanzado el consenso necesario (una mayoría de dos tercios) para elegir al nuevo Papa.
Una vez que se ha llegado a un acuerdo, se le pregunta al elegido si acepta el cargo y qué nombre desea adoptar.
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Posteriormente, se lleva a cabo una breve ceremonia de oración y se proclama oficialmente su elección con la tradicional frase “Habemus Papam”, seguida por su primera bendición Urbi et Orbi desde el balcón central de la Basílica de San Pedro.
