Crisis en Cuba: escasez de medicinas pone en riesgo la vida de miles

En medio de la peor crisis económica en más de 30 años, miles de cubanos enfrentan un drama cotidiano: la búsqueda desesperada de medicamentos. Con un desabasto que afecta al 70% del cuadro básico, hospitales y farmacias públicas están prácticamente vacíos, mientras que los ciudadanos recurren a mercados informales o redes de solidaridad para intentar conseguir tratamientos esenciales.
Jessica Rodríguez, madre de un niño con múltiples enfermedades, vive con el miedo constante de no encontrar los siete medicamentos diarios que su hijo necesita. “Me desespera pensar que no tengo lo que podría necesitar”, dice desde su casa en Santa Fe, La Habana. El pequeño Luis Ángelo, de cuatro años, sobrevive con una traqueotomía y alimentación por sonda, además de padecer asma, epilepsia y problemas cardíacos.
Más del 70% de los medicamentos están en falta, reconoce el gobierno
El presidente Miguel Díaz-Canel reconoció recientemente que el país no ha podido reunir los 300 millones de dólares necesarios para importar las materias primas que permitirían producir los 650 fármacos del cuadro básico de 2024. La falta de divisas, agravada por el embargo estadounidense y una economía estancada, ha colapsado el sistema de salud pública.
El resultado es visible: farmacias sin productos, hospitales sin insumos básicos como gasas, desinfectantes u oxígeno, y pacientes crónicos desamparados. Aunque existen mecanismos como el “tarjetón” que permite comprar medicinas controladas a precios subsidiados, muchas veces los productos no están disponibles.
Esto obliga a familias como la de Jessica a buscar en el mercado negro, donde un solo blíster de pastillas puede costar hasta 450 pesos, unos 4 dólares. En un país donde el salario medio oficial ronda los 54 dólares, pero en la práctica es de unos 17 dólares en el mercado informal, estos precios son inalcanzables para la mayoría.
Solidaridad y redes ciudadanas ante la crisis
Frente a la ausencia del Estado, muchos cubanos han creado sus propias redes de apoyo. Grupos de WhatsApp e iniciativas ciudadanas permiten intercambiar medicamentos por comida o simplemente donarlos. En un grupo llamado “Cambias o donas medicamentos”, usuarios buscan ayuda para familiares enfermos. Una mujer pide “dorzolamina para mi abuelita de 86 años”, medicamento que no se encuentra en farmacias.
Uno de los ejemplos más destacados es el proyecto Palomas, fundado en La Habana en 2021. Desde entonces, ha entregado medicamentos gratuitos a más de 179 mil personas. “Son medicinas que la gente tenía guardadas o que trajo alguien del extranjero”, explica su coordinador, Sergio Cabrera. El proyecto actualiza diariamente sus listas de medicamentos disponibles y necesitados, y cualquier persona puede solicitar ayuda.
La odontóloga Ibis Montalbán cuenta que gracias a Palomas consiguió los fármacos que necesita su madre diabética. “Aquí llora mucha gente y muchas veces lloramos con ellos”, dice Cabrera, quien define la iniciativa como “un sendero de luz en medio de tanta carencia”.
Un sistema al límite sin solución a corto plazo
Aunque el gobierno permite desde 2021 el ingreso sin impuestos de medicamentos y alimentos desde el extranjero, esto no tiene carácter comercial y no ha logrado frenar la crisis. Al contrario, ha alimentado un mercado informal que se aprovecha del sufrimiento ajeno.
En una isla donde no existen farmacias ni clínicas privadas, el colapso del sistema estatal deja sin alternativas a millones. La situación no solo compromete la salud, sino también la esperanza de vida de miles de pacientes vulnerables. Por ahora, la solidaridad ciudadana suple, en parte, lo que el Estado no puede garantizar.




