El volcán La Palma sigue muy activo: Otra grieta provoca nuevo río de lava

La lava que comenzó a fluir este viernes, desde una nueva grieta en el volcán Cumbre Vieja, en la isla española de La Palma, abrió un camino diferente al de flujos anteriores y dio paso a una lluvia de ceniza fina que obligó a los isleños a ponerse mascarillas y gafas.

Un río de lava al rojo vivo serpenteaba cuesta abajo desde la nueva fisura, que se abrió las últimas horas del jueves a unos 400 metros al norte del lugar de la erupción principal.

Unas 6 mil personas han sido evacuadas desde que inició la erupción del volcán de Cumbre Vieja. Foto: Twitter @involcan

Desde que el volcán comenzó a entrar en erupción el 19 de septiembre se han abierto múltiples bocas, pero el Instituto Volcanológico de Canarias describió la última apertura como un nuevo “foco de emisión y nueva colada de lava”.

Eduardo Suárez, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional de España en Tenerife, dijo que era demasiado pronto para saber si el nuevo flujo pondría en peligro más hogares.

Un portavoz de los servicios de emergencia de las Islas Canarias precisó que no se habían ordenado más evacuaciones y que el comité de emergencia del volcán Pevolca estaba evaluando los datos de la nueva boca.

Unas 6 mil personas han sido evacuadas desde el inicio de la erupción y aún no han regresado a sus hogares. Más de 800 edificios, entre ellos casas, iglesias y escuelas, han quedado destruidos.

Los habitantes de Los Llanos de Aridane, uno de los pueblos más afectados, han comenzado a llevar paraguas y a usar protección para los ojos como precaución contra el polvo volcánico que cubre las calles y flota en el aire.

“Anoche con la ceniza se me irritaron muchísimo los ojos, me tuve que poner suero y la piel la noto que pica mucho”.

Matilde González Tavárez, auxiliar de enfermería de 45 años

Tras visitar a su madre en una residencia de Los Llanos y mientras, trabajadores de limpia retiran la alfombra de ceniza negra asentada en la calle, dijo que hay impotencia, miedo e inseguridad, pues “no se sabe qué va a pasar”.

Juan Antonio Pérez González, de 56 años, que administra un negocio de flores en el pueblo, teme que lo peor esté por llegar.

“No le puedo poner buena cara ni darle buenas noticias porque esto es una desgracia. Hay mucha gente que está preparando las cosas para marcharse de aquí”.

Juan Antonio Pérez González

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