A 100 años de la masacre racial de Tulsa; afroamericanos piden a Biden justicia

El deseo de transparencia sobre el oscuro pasado de la ciudad se ha puesto de manifiesto recientemente en EU. | Foto: Reuters

Joe Biden, presidente de Estados Unidos, fue recibido en Tulsa, una ciudad de Oklahoma, en donde ciudadanos afroamericanos solicitaron una reparación económica tras la masacre racial ocurrida en 1921.  

¿Por qué viajará Joe Biden a la ciudad de Tulsa?

El presidente demócrata, que goza de un amplio apoyo entre la población afroamericana, participó el martes en la conmemoración del centenario de uno de los peores episodios de violencia racista en la historia de Estados Unidos.

Kristi Williams, activista y descendiente de víctimas, pidió a Joe Biden “hacer justicia”. “Hace cien años, paralizaron nuestras viviendas, nuestro desarrollo económico, se nos quitó la tierra”.

Hoy, el país “tiene la oportunidad de corregir ese error”, dice.

¿Qué ocurrió en la ciudad de Tulsa, Oklahoma?  

El 31 de mayo de 1921, un joven afroamericano fue detenido en la ciudad de Tulsa tras ser acusado de agredir a una mujer blanca. Un grupo de hombres de su comunidad salió a defenderlo, enfrentándose a cientos de manifestantes blancos.

En un ambiente tenso, se produjeron disparos y los afroamericanos huyeron a su barrio de Greenwood.

Al día siguiente, al amanecer, los blancos saquearon e incendiaron negocios y casas en lo que entonces se conocía como “Black Wall Street”, un ejemplo de éxito económico.

Al igual que las pérdidas económicas, el número de víctimas es difícil de calcular, pero los historiadores estiman que hasta 300 afroamericanos perdieron la vida y casi 10 mil se quedaron sin hogar, sin que se condenara a ningún funcionario blanco.

La policía, que no intentó impedir la matanza, incluso armó a algunos de los alborotadores, según el informe de una comisión de investigación.

A 100 años de la masacre racial, ¿cómo es la vida en esta ciudad?

El lunes, Biden dijo que el gobierno de Estados Unidos debe “reconocer el papel que desempeñó en la sustracción de riqueza y oportunidades a los barrios negros”, incluido Greenwood.

En Tulsa, esto es sólo el principio. Los residentes esperan más de un presidente que se ha declarado cautelosamente a favor de abordar la cuestión.

El lunes, el alcalde de Tulsa se disculpó formalmente por “la incapacidad de la ciudad para proteger” a la comunidad en 1921.

“Las víctimas, hombres, mujeres, niños pequeños, merecían algo mejor de su ciudad”, dijo G.T. Bynum en un comunicado.

Los efectos de la destrucción se siguen sintiendo hoy en esta ciudad de Oklahoma, un estado sureño esclavista y bastión del Ku Klux Klan.

Las desigualdades entre el norte de Tulsa, predominantemente negro, y el sur, mayoritariamente blanco, son muy marcadas.

“Cuando los turistas visitan Tulsa, no pueden creer cuanta segregación sigue existiendo o el racismo que se manifiesta”, afirma Michelle Brown, responsable de los programas educativos del centro cultural local.

“No ha cambiado, seguimos segregados”, dice Billie Parker, una mujer afroamericana de 50 años que creció en Tulsa.

Dice que la comunidad negra sigue estando en desventaja en comparación con los ciudadanos blancos de la ciudad. Las reparaciones, según ella, podrían ayudar a Greenwood a mejorar sus escuelas.

Muchos vecinos dicen que es hora de que el estado ayude al barrio a recuperar su prosperidad, que se perdió en las llamas de 1921.

“Aquí sólo había hierba, pero había inversión, había riqueza, había vida”, recuerda la demócrata de Texas Sheila Jackson Lee, defensora de las reparaciones.

El 19 de abril, algunos de los últimos supervivientes centenarios viajaron a Washington para declarar ante el Congreso y pedir que el país reconozca su sufrimiento.

Ya en 2001, una comisión recomendó que los residentes de Greenwood recibieran una indemnización. Hasta ahora, estas llamadas han sido en vano.

Más allá de las compensaciones económicas, los habitantes cuentan con la visita de Joe Biden y las conmemoraciones vinculadas al centenario de la masacre para dar a conocer esta tragedia, que ha sido durante mucho tiempo un tabú.

Para LaShaundra Haughton, de 51 años, bisnieta de los supervivientes de la masacre, “es hora de sanar, es hora de decir la verdad, es hora de sacar todo a la luz”.

El deseo de transparencia sobre el oscuro pasado de la ciudad se ha puesto de manifiesto recientemente con las excavaciones realizadas para encontrar las fosas comunes donde se enterraron las numerosas víctimas negras.

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