¿Qué pasa con el anillo del Pescador tras la muerte del Papa Francisco?

Tras la muerte del Papa Francisco, ocurrida este lunes a los 88 años, una de las preguntas más comunes entre fieles y curiosos es: ¿qué sucede con el anillo del Pescador, uno de los símbolos más importantes del pontificado?
Este anillo, conocido también como “anulus piscatoris”, es una joya de oro que lleva grabada la imagen de San Pedro pescando, junto con el nombre del Papa reinante. Desde hace siglos, representa el poder papal y es utilizado para sellar documentos oficiales del Vaticano.
El protocolo del Vaticano tras la muerte de un Papa
De acuerdo con la tradición católica, cuando el Papa muere, el anillo debe ser destruido inmediatamente para evitar su uso indebido. Esta acción simbólica marca el fin del pontificado y se realiza en presencia de varios altos funcionarios de la Santa Sede.
El responsable de este acto es el Camarlengo, quien verifica oficialmente la muerte del Papa. Una vez hecho esto, el anillo es rayado profundamente o martillado hasta quedar inutilizable.
Lo mismo ocurre con el sello oficial papal. Esta medida busca evitar falsificaciones durante el período de “sede vacante”, es decir, el tiempo entre la muerte de un Papa y la elección del siguiente.
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El caso del Papa Francisco
Aunque el anillo del Papa Francisco no era de oro macizo como en épocas anteriores, sino de una aleación más modesta, el protocolo se mantuvo sin cambios. El Camarlengo, siguiendo el rito tradicional, invalidó el anillo en una ceremonia privada poco después del anuncio oficial de su fallecimiento.
Con este gesto solemne, se declaró formalmente el fin del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, quien desde 2013 ocupó el trono de San Pedro como el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia.
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Significado histórico y espiritual
La destrucción del anillo no solo tiene un propósito práctico, sino también un valor simbólico profundo: recuerda que el poder papal no es eterno ni personal, sino que pertenece a la institución.
En la Edad Media, este anillo era considerado tan importante que los cardenales debían rendirle pleitesía al besarlo. Hoy, aunque esa práctica se ha moderado, el anillo sigue siendo uno de los emblemas más reconocidos del liderazgo católico.