¿Qué sigue después de la fumata blanca en el Vaticano?

En pleno siglo XXI, una de las señales más esperadas por millones de fieles católicos alrededor del mundo no proviene de redes sociales ni de anuncios oficiales, sino del humo que emerge desde una chimenea en el Vaticano.
Las fumatas —esas emisiones de humo que salen de la Capilla Sixtina— son la única señal visible sobre el avance del cónclave que elige al nuevo Papa.
La señal del humo: blanca o negra
Cada vez que se realizan votaciones en el cónclave, los resultados se comunican de forma simbólica mediante humo. Las papeletas de votación y notas tomadas por los cardenales son quemadas en una estufa cada dos rondas de votación.
- Si nadie ha sido elegido, el humo que sale por la chimenea es negro. Si, en cambio, se ha alcanzado un consenso y se ha elegido a un nuevo pontífice, la señal es una fumata blanca.
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La chimenea, colocada en el techo de la Capilla Sixtina y visible desde la Plaza de San Pedro, se convierte así en el centro de atención para fieles, medios de comunicación y observadores en todo el mundo.
El momento de la decisión
Una vez emitida la fumata blanca, las campanas de la Basílica de San Pedro confirman la elección y la atención se traslada a lo que ocurre dentro del recinto. El cardenal decano pregunta al elegido:
—”¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?”
—”¿Cómo quieres ser llamado?”
Si el elegido responde afirmativamente a la primera pregunta, se convierte de inmediato en Papa y Obispo de Roma. En ese momento, se queman nuevamente las papeletas, lo que genera una segunda fumata blanca, confirmando el acontecimiento ante la multitud congregada afuera.
La Sala de las Lágrimas
Tras aceptar su elección, el nuevo pontífice se dirige a la llamada “Sala de las Lágrimas”, la sacristía de la Capilla Sixtina. Allí lo esperan los ornamentos papales —preparados en tres tallas distintas— que vestirá por primera vez como líder de la Iglesia Católica.
Este espacio recibe su nombre por las emociones que suelen embargar al nuevo Papa en ese instante: el peso de la responsabilidad, la sorpresa, y la conmoción espiritual.
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El cierre del cónclave y la gran presentación
Finalizado el proceso, se realiza una oración por el nuevo Papa y los cardenales le rinden homenaje. Se entona el tradicional Te Deum, himno de acción de gracias, que marca el cierre formal del cónclave.
Posteriormente, se prepara uno de los momentos más esperados: el anuncio del nuevo pontífice al mundo. Desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono pronuncia la célebre frase:
—“Habemus papam”.
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Acto seguido, aparece el nuevo Papa, precedido por la cruz procesional, para impartir su bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo). Uno a uno, los cardenales expresan un gesto de respeto y obediencia a quien, hasta unos momentos antes, era uno más entre ellos.