¿Quién es María Elena Bergoglio, la única hermana viva del Papa Francisco?

| 12:33 | Benell Cortés | Agencias
¿Quién es María Elena Bergoglio, la única hermana viva del Papa Francisco?
Fotos: AFP

María Elena Bergoglio es la única hermana viva del Papa Francisco. A sus 76 años, vive en la zona oeste del Gran Buenos Aires, Argentina, bajo el cuidado de monjas de una institución religiosa, debido a su delicado estado de salud.

Es 12 años menor que él; es la más pequeña de los 5 hijos que tuvieron José Bergoglio y María Regina Sívori. Sus otros tres hermanos fallecieron antes de que él fuera elegido como Santo Padre.

Fue ama de casa, está separada y es madre de dos hijos: Jorge y José.

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El vínculo del Papa Francisco y su hermana

Mantuvo siempre un vínculo muy cercano con Jorge Mario, incluso después de que él se convirtiera en arzobispo y más tarde en Papa.

A pesar de la distancia física, se comunicaban con frecuencia, se escribían cartas, y compartían almuerzos familiares cuando podían. En esos encuentros, él solía cocinar risottos de hongos o calamares rellenos, recetas heredadas de su abuela italiana.

El día que su hermano se convirtió en Papa

El 13 de marzo de 2013, María Elena estaba en su casa, lavando los platos, cuando escuchó el anuncio del “Habemus Papam”.

Aunque sabía que su hermano participaba en el cónclave, nunca pensó que sería elegido. En el pasado, Jorge Mario le había contado que, en un cónclave anterior, llegó a reunir unos 40 votos, pero pidió que dejaran de votarlo y apoyaran a Joseph Ratzinger, quien terminó siendo el Papa Benedicto XVI.

Por eso, cuando escuchó el nombre “Jorge Mario”, se bloqueó. No escuchó el apellido ni el nombre que eligió como pontífice. Solo rompió en llanto, abrumada por la emoción, según el diario argentino La Nación.

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Un llamado, un mensaje y un abrazo que nunca llegó

Aquel día, el Papa Francisco la llamó desde Roma. Fue una conversación breve pero significativa: le pidió que avisara al resto de la familia que estaba bien y que no podría comunicarse con todos.

También acordaron que ella no viajaría al Vaticano para la ceremonia de asunción. En su lugar, vio la transmisión por televisión junto a sus hijos, llorando durante toda la ceremonia.

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Desde entonces, nunca volvió a ver a su hermano. El deseo del reencuentro estuvo siempre presente, pero los médicos advirtieron que el viaje era demasiado riesgoso para su salud. La distancia, los compromisos papales y el paso del tiempo hicieron imposible ese último encuentro.

Hoy, con la muerte de Jorge Mario Bergoglio, el abrazo pendiente entre hermanos queda, para siempre, del otro lado.