Migrantes repatriados: la otra cara de su regreso a México

| 18:08 | Alberto Elenes | Uno TV

El endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos ha transformado la realidad en la frontera norte. En Tijuana, la ayuda humanitaria ya no se centra en cómo cruzar de nuevo, sino en cómo sobrevivir y reconstruir la vida tras una deportación.

Organizaciones como Al Otro Lado han modificado su enfoque para atender a quienes buscan estabilidad, empleo y documentación en México.

“Las necesidades de las personas ya fueron otras… ya no es cómo solicitar asilo en Estados Unidos, sino cómo regularizarse en México, conseguir trabajo o inscribir a los niños en la escuela”, explica Soraya Vázquez, subdirectora de la organización.

Una nueva crisis: el daño emocional de los repatriados

La deportación no sólo separa familias, también deja huellas invisibles. Para Alfredo González, repatriado tras tres años en California, regresar a México fue el inicio de una pesadilla.

“He tenido días muy tristes, hasta llorar en las noches. Llegar aquí sin conocer la ciudad ni saber a dónde ir… eso me pone mal”, relata entre lágrimas.

Como él, miles enfrentan el trauma del desarraigo. Muchos llegan a Tijuana, donde la Casa del Migrante, certificada por el Gobierno federal como “espacio seguro”, se ha convertido en refugio.

El 90% de sus huéspedes son mexicanos deportados. Más del 30% tiene más de 50 años, muchos ya no dominan el español y la mayoría llega con ansiedad o depresión.

“El calvario que viven es inhumano. Si no nos preparamos para recibirlos, prolongamos su sufrimiento. No es sólo una persona, es Cristo quien toca la puerta”, afirma el padre Lorenzo Chaidez, director del albergue.

Atención integral en los albergues certificados

El programa de certificación impulsado por la Secretaría de Salud busca garantizar atención integral a quienes regresan. No sólo un techo o comida, sino apoyo emocional y psicológico.

“La mayoría llega con ansiedad y depresión por el retorno forzado. No son casos graves, pero requieren acompañamiento psicológico”, explica el doctor José Abel Delgado Peraza, jefe de la Jurisdicción Sanitaria de Tijuana.

Entre los nuevos rostros de esta crisis está Pedro Hernández, de 56 años, deportado tras 37 años en California. Ahora enfrenta el reto de sobrevivir en un país que apenas recuerda.

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“Ya no es fácil conseguir trabajo, la edad pesa. Te dicen ‘deja tu número’, pero no llaman. Es difícil empezar de nuevo”, lamenta.

Muchos fueron detenidos en redadas y trasladados a cárceles federales por falta de centros migratorios, aunque no hubieran cometido delito alguno.

“Fue en segundos. Estaba hablando por teléfono y vi que mi compañero corrió… era la migra”, recuerda Alfredo sobre el momento de su detención.

Sanar las heridas del retorno

Mientras Estados Unidos refuerza sus políticas migratorias, los albergues certificados en Tijuana se convierten en oasis de contención. Buscan ofrecer algo más que alojamiento: un espacio para sanar las heridas invisibles de quienes regresan sintiéndose extraños en su propio país.

La mayoría de los albergues certificados se localizan en esta ciudad fronteriza. Sin embargo, se espera que el próximo año este número crezca con el objetivo de brindar una mejor atención a los connacionales repatriados.

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