¡Ni ellos se escapan! 5 intimidades y curiosidades de los insurgentes

Te presentamos algunas curiosidades de los insurgentes que iniciaron el movimiento del 15 de septiembre. Foto: Cuartoscuro

Si bien es cierto que, gracias a sus dotes como líderes, su decisión a la hora de pedir el cambio o su nobleza para ver por los demás, los insurgentes lograron la Independencia de México, también cabe señalar que fueron seres humanos y tuvieron sus “pecadillos”, como cualquiera de nosotros. Por eso, en Unotv.com te presentamos algunas de las intimidades  y curiosidades de los insurgentes que iniciaron el movimiento del 15 de septiembre.

El “piadoso” Mariano Abasolo

Mariano Abasolo, quizá el único de los iniciadores del movimiento de Independencia que no fue fusilado, participó en la revuelta a regañadientes, según declaró en su proceso. Allí intentó negar toda su participación en el movimiento. Si bien aceptó estar de acuerdo en quitar al Gobierno, declaró su deseo de salir cuando se dio cuenta que el cura Hidalgo no trataba tan bien a los peninsulares y fomentaba  la venganza entre indios, españoles, castas y criollos.

Presentó testimonios diciendo que, cuando él podía, ayudaba a los españoles para que la turba no los dañara y confirmó que su esposa, Manuela Rojas Taboada, le pidió varias veces que abandonara a los insurgentes.  Muy apegado a Ignacio Allende, fue atrapado en Acatita de Baján, junto a Hidalgo, Allende y otros cabecillas, y trasladado a Chihuahua, donde, con sus declaraciones, prácticamente se desmarcó del movimiento. A diferencia de los otros insurgentes – y gracias a la intervención de su mujer que movió “cielo, mar y tierra” por conseguir el indulto- fue condenado a prisión perpetua en Cádiz, donde murió.

La historia de amor de Josefa Ortiz de Domínguez

Todos saben que doña Josefa Ortiz de Domínguez fue una mujer apasionada de la causa independista y que gracias al aviso que realizó a Hidalgo y Allende, la insurrección se adelantó, pero pocos saben que Josefa se enamoró de don Miguel Domínguez, uno de los benefactores del colegio de las Vizcaínas, cuando ella era todavía estudiante; incluso, la muchacha escapó con Domínguez, algo inusitado para la época, y todavía más allá: se embarazó y se casó, en secreto, estando embarazada de su segundo hijo, algo que era un escándalo para el siglo XIX.

Sin embargo, más allá de estas minucias, doña Josefa engendró a 14 hijos y aún se dio tiempo para organizar las tertulias literarias donde empezó a gestarse la Independencia. Algo es cierto, el recio carácter de Josefa Ortiz, una mujer sin la que no se entendería a los insurgentes. Para saber más de los amores de Josefa Ortiz de Domínguez el libro “Amores mexicanos” de José Manuel Villalpando te resultará de utilidad y también nuestro artículo sobre Las insurgentes mexicanas que lucharon por la Independencia.

El pleito entre Hidalgo y Allende

Si bien Ignacio Allende invitó al cura Hidalgo al movimiento y eran muy amigos, las cosas cambiaron ya en la revuelta. Ignacio Allende no veía con buenos ojos la tolerancia del cura de Dolores hacia los excesos que la turba que acompañaba a los insurgentes tenía con algunos pobladores, se sumó también la negativa de Hidalgo a tomar la Ciudad de México, la autoproclamación del cura como Alteza Serenísima, pero lo que tensó más la relación fue la ejecución de 300 españoles en Guadalajara, sin que hubiera juicio de por medio.

La historiadora Sandra Molina, autora del libro “101 villanos en la historia de México”, señala que todo esto hizo que Allende tomara la determinación de eliminar a Hidalgo para salvar así al movimiento independentista. Compró veneno para eliminar al cura y lo dividió en tres porciones, pero sus intentos no prosperaron.

Allende, un gran enamorado

Ignacio Allende, originario de San Miguel el Grande, Guanajuato, era un criollo de familia distinguida y uno de los jóvenes más asediados y con más romances en su pueblo, su otra pasión eran los caballos, algunos lo definen como un excelente jinete. Su nombre completo fue Ignacio José de Jesús Pedro Regalado de Allende y Unzaga, de porte atlético, rubio y de nariz aguileña, tuvo cuatro hijos con diferentes mujeres.

Casi como un rumor histórico, se cuenta que Allende también enamoró a una de las hijas del corregidor Miguel Domínguez, pues era un invitado frecuente a las tertulias donde se decidió el movimiento que encabezarían los insurgentes, pero el historiador José Manuel Villalpando cree que en realidad Allende enamoraba a doña Josefa Ortiz de Domínguez y esto llegó a oídos del corregidor, quien decidió poner freno a los rumores e hizo que Allende distancias las visitas a la casa de los corregidores.

Así vestía el “charro” Miguel Hidalgo

La imagen de Miguel Hidalgo, el Padre de la Patria, que perdura en la mayoría de los mexicanos es la de un hombre maduro con sotana negra, cabellera blanca y empuñando en una mano el pendón de la Virgen de Guadalupe mientras grita a la multitud que ya es tiempo de cambiar la situación de opresión en la que se vive en el territorio de la entonces Nueva España.

En realidad, nada hay más alejado de esta imagen si nos atenemos a la litografía que hizo de Miguel Hidalgo el italiano Claudio Linati (1790-1832), en ella el principal líder de los insurgentes más bien parece un “charro” de la época: porta sombrero con plumas tricolores, una chaqueta corta, pantalones abiertos de color azul, un sable, botas de campana, pañuelo y un crucifijo. Una publicación de Faustino Amado Aquino, investigador del MNI/INAH, señala que no debería ser tan sorprendente pues Miguel Hidalgo, el cura de Dolores, “fue un gran aficionado a la equitación y a las faenas vaqueriles que se practicaban en las haciendas ganaderas”.

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