¿Qué Santo se celebran este 27 de agosto? Santa Mónica

Hoy celebramos a Santa Mónica, patrona de mujeres casadas y modelo de madres cristianas. FOTO: Especial

Santa Mónica es famosa por haber sido la madre de San Agustín y por haber logrado la conversión de su hijo.

Mónica nació en el 331, en Tugaste, en el norte de África, en una familia acomodada y de firmes tradiciones cristianas. Contrajo matrimonio con Patricio, hombre ambicioso, malgeniado, jugador, infiel y ateo. Mónica, dulce,  benévola y era capaz de dialogar en los momentos oportunos, con espera, paciencia y oración.

Mónica y Patricio tuvieron tres hijos: dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por docenas de años.

Mónica sin lugar a dudas jugó un rol muy activo dentro de su familia. Nunca dejó de rezar y ofrecer sacrificios por la conversión de su esposo, cosa que finalmente logró. El padre de Agustín se bautizó poco antes de morir y dejó este mundo como cristiano.

Con su hijo Agustín pasó por periodos difíciles en los que hubo tensiones e incomprensiones que pusieron a prueba la paciencia y fe de Mónica. Más de una vez pensó que todo esfuerzo era inútil.

Se dice que ella se apartó de él en varias ocasiones, incluso negándole que permaneciera en su casa. Incluso ya en la desesperación llegó a pedirle al obispo de la ciudad hablar con Agustín y convencerlo de dejar la vida que llevaba.

Fue entonces que recibió aquella célebre respuesta: “quédate tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Dios le dio, de esa manera, consuelo, y sabiduría para entender que “nuestros tiempos” no son siempre los tiempos de Dios.

Un día Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, Se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo “tu hijo volverá contigo”, y enseguida vio a Agustín junto a ella.

Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

Santa Mónica, patrona de mujeres casadas

A Mónica las demás esposas le preguntaban porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió:

“Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues….no peleamos”.

A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables.

En algunas pituras, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquel tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas.

También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado,  la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.

Las reliquias de Santa Mónica

Murió a los 55 años de edad del año 387. Los restos mortales de Santa Mónica se custodiaron durante siglos en Santa Aurea. Hoy se conserva solo una lápida, puesto que en el siglo XV el Papa Martino V quiso sus que sus reliquias estuvieran en Roma, en la iglesia de San Trifón – encomendada a los frailes agustinos – luego incorporada en la más grande Basílica de San Agustín. Y ahí se encuentran aún, colocadas en un sarcófago de mármol verde, en la capilla decorada por Pietro Gagliardi, con frescos, en el 1885.

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