¿Qué significa “pollitos de colores” en el narco mexicano?

“Pollitos de colores”. Así se refieren los grupos del crimen organizado en México a los niños que reclutan para realizar tareas que van desde vigilar a la policía hasta ejecutar asesinatos.
El término, inspirado en los pollitos teñidos de colores neón que se venden en ferias populares, resume con crueldad su realidad: son visibles, baratos y desechables.
Así llaman los cárteles a los menores reclutados como sicarios, vigías y mensajeros
Sol tenía 12 años cuando cometió su primer asesinato para un cártel. Había sido reclutada mientras vendía rosas en una banqueta, y ascendió rápidamente por su obediencia, entusiasmo y el hecho de ser menor de edad, lo que la hacía menos vulnerable ante la ley.
Hoy, con 20 años, intenta rehacer su vida en un centro de rehabilitación.
Un ejército infantil desechable
De acuerdo con testimonios recogidos por Reuters, los “pollitos de colores” son reclutados desde edades tan tempranas como los 6 años. Algunos comienzan como vigilantes o mensajeros, pero una vez dentro, no tardan en convertirse en asesinos. A los 8 años, muchos ya manejan armas.
La metáfora del pollito refleja cómo son tratados: brillantes por su juventud, manipulables por su inocencia y de corta duración por su alta exposición a la violencia.
Tecnología, redes y familia: vías de entrada al narco
Los cárteles han modernizado sus formas de captación. Ya no sólo convencen a niños desde su entorno familiar o su barrio. Ahora los buscan en redes sociales y videojuegos. Jóvenes contactados por reporteros compartieron fotos con armas largas o usando gorras con dibujos de pollitos armados.
La mayoría llegó al crimen por necesidad, por sentirse parte de algo o por haber crecido entre violencia y drogas. Algunos, como Isabel, otra ex integrante de un cártel, fueron incluso reclutados por familiares. Su tío, quien abusó de ella, la involucró en un asesinato. Ella tenía 14 años.
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Entre la omisión del Estado y la cultura del narco
Aunque organizaciones como Reinserta han documentado esta realidad, el Gobierno mexicano carece de programas concretos para rescatar o rehabilitar a los menores reclutados. A pesar de los discursos sobre atender las causas de la violencia, el problema persiste y se agrava, mientras los cárteles siguen expandiendo su dominio cultural y territorial.
En 2021, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió al Estado mexicano frenar el reclutamiento forzado de menores, sin que hasta ahora haya cambios estructurales.
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“No pensé que llegaría a los 20”
Sol, que ahora estudia Derecho, quiere especializarse en justicia para adolescentes. Aspira a guiar a otros niños por un camino distinto. “Solía decir: ‘Probablemente no llegaría a los 20’, y ahora tengo 20”, afirma entre lágrimas. Su historia, como la de miles de “pollitos de colores”, es un llamado urgente a mirar lo que ocurre en silencio en muchas calles del país.
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