Rezago educativo por pandemia podría ser de hasta 4 años: expertos

El problema del rezago educativo pone en riesgo a una generación de estudiantes, debido a que no adquirieron los conocimientos necesarios. FOTO: Cuartoscuro | Ilustrativa

Los efectos de la pandemia por COVID-19 en América Latina causaron un rezago educativo de dos años en promedio, en algunos casos se considera que podrían aumentar a los cuatro años, México es una de las naciones afectadas que requieren de atención especializada para resarcir el daño.

El Banco Mundial (BM) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), coinciden en que la pandemia produjo en América Latina un rezago educativo que en algunos casos podría alcanzar hasta cuatro años, señaló Marion Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE).

De acuerdo con el comunicado difundido por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es una situación de alerta, debido a muchos niños aprendieron muy poco o casi nada, a pesar de ello, también olvidaron una gran cantidad de contenidos que ya tenían asimilados con anterioridad y que fueron olvidando por la emergencia sanitaria generada por la pandemia.

Los números indican que en Latinoamérica, el 55% de los menores de 15 años desconocen los contenidos educativos mínimos que deberán manejar, acordes a su edad, aumentando el problema por la pandemia en un 15%, lo que provoca que actualmente rebasen el 70%.

Lo que indica que dos de cada tres menores, estudiantes de primero de secundaria no cuentan con los conocimientos que deberían de tener en ese nivel de estudios.

Rezago educativo en México

En nuestro país, al igual que en la mayoría de los países, existió un confinamiento de cerca de dos años sin que los menores pudieran acudir a clases presenciales.

En México se utilizaron estrategias para la enseñanza de alumnos fuera de los planteles educativos con el fin de combatir el rezago educativo, como el programa de televisión “Aprende en casa”, una programación especifica en radio, distribución de libros de texto y para algunos, el uso de internet, aunque no se realizó de forma generalizada.

La posibilidad de la interacción solo pudo ser aprovechada por los menores que se encontraban en una mejor posición aprovechando las clases por internet, sin embargo, los alumnos en un mayor nivel de marginación solo tuvieron a su alcance los programas de televisión o los programas de radio.

De acuerdo con Marion Lloyd, es un problema que pone en riesgo a una generación de estudiantes, debido a que no adquirieron los conocimientos necesarios, e incluso muchos abandonaron la escuela.

Lamentablemente, no existen cifras exactas, aunque un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), indica cuantos estudiantes no se inscribieron debido a la pandemia o a la pobreza, un número que asciende a 5.2 millones de personas en México, entre los 3 y los 29 años de edad, para el ingreso al ciclo escolar 2020-2021.

“Hablamos de millones de estudiantes que no estudiaron y que probablemente trabajan, son ´ninis´ o están en riesgo de entrar al mercado de las drogas. Desafortunadamente, son las opciones para las personas más marginadas”.

Marion Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE)

La investigadora indica que en México no se ha resarcido el daño con programas propedéuticos o pruebas diagnósticas, salón por salón, para averiguar el grado de rezago en los estudiantes para poder remediarlo, como ocurrió en Chile, donde implementaron programas para fortalecer los contenidos educativos, poniendo especial énfasis a las matemáticas.

Destacó que se debe asignar un mayor presupuesto a la educación, con una parte dirigida a realizar las evaluaciones para determinar el estado de los educandos, cuáles son las necesidades y posteriormente diseñar e implementar esos programas para llenar estos huecos educativos que tienen.

Lloyd precisó: “Es importante identificar a los niños que están batallando más y las razones de ello. En algunos países han implementado estrategias para contactar a los alumnos que abandonaron la escuela, y son los maestros, incluso los directores de escuelas, quienes acuden directamente a las casas de esos estudiantes, hablan con las familias, y en algunos casos ofrecen incentivos a los niños para que regresen a las aulas. Se requiere atacar el problema con un plan nacional, pero aplicado en cada estado, en cada escuela y en cada salón”.

Hay que tomar en cuenta que se requiere el diseño de estrategias específicas para cada circunstancia: no es la misma situación escolar de los niños en Los Altos de Chiapas que la de aquellos de las Lomas de Chapultepec, en la Ciudad de México, consideró.

La universitaria subrayó que en algunas entidades, sobre todo del sur de la República Mexicana, la brecha digital es mayor; es decir, se presenta una especie de efecto espejo.

América Latina es la región del mundo donde los niños faltaron más días a la escuela. Esto quizá se deba a que ha sido de las más golpeadas en términos de decesos, pero también hubo países que, a pesar de la situación sanitaria, decidieron continuar con las clases presenciales, comentó.

Problemas educativos repercuten en la economía

El rezago educativo repercute en la economía de las naciones, porque un menor que carece de las competencias básicas difícilmente será un adulto que produzca ganancias.

Para mejorar esta situación se requiere una política de Estado que trascienda sexenios; es decir, el consenso nacional y social de que la educación es un tema urgente e indispensable. “Como sea, estamos hablando de programas que tardan décadas; no se resarce en unos cuantos años un rezago educativo de la magnitud del que tenemos en México”.

La investigadora del IISUE precisó que un resultado positivo de la pandemia es que estamos prestando atención, por primera vez en serio, a estos problemas de desigualdad educativa y se buscan soluciones. Se han realizado estudios que se discuten a nivel nacional.

“El hecho de que los medios de comunicación estén hablando del tema me da esperanza de que se puede lograr algo, esa es una de las pocas cosas positivas. Conocemos la gravedad del problema y estamos tratando de resolverlo; llevará décadas, pero no es imposible”.

Marion Lloyd, investigadora del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE)

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