SIN CUENTA DE PROTECCIÓN: A disfrutar lo que nos queda de Ronda Rousey

Deportes Rodrigo del Campo, Rodrigo del Campo México 03/08/2015 15:23

Cortesía

Inició con la pérdida de su padre. Inició creciendo con una madre que fue la primera mujer estadounidense en ganar un campeonato mundial de judo.

La instrucción en judo llegó a los 11 años. A los 17, Ronda Rousey era campeona mundial junior y la judoka más joven de Atenas 2004. Los siguientes dos años ganó oro en campeonato panamericano y en 2007 fue plata mundial, oro en los Juegos Panamericanos de Río. En 2008 ganaría el bronce en Beijing, la primera medalla para los Estados Unidos en judo femenil. 

Le siguió un periodo sin dirección. Rousey escribiría en su autobiografía que tomó un trabajo como bartender donde desarrolló un hábito de mariguana y pastillas calmantes. La competitividad de años de entrenamiento olímpico eventualmente la liberaría de los vicios y encontraría las MMA.

En tan solo ocho meses, de marzo a noviembre de 2011, Rousey ganó sus primeras cuatro peleas como profesional. Todos en menos de un minuto, la más larga fue de 49 segundos. En su quinta pelea como profesional, la primera en 135 libras, es que la historia de Ronda Rousey perdió el freno.

Conoció a lo más cercano a un némesis, Miesha Tate, pero deformó su brazo de formas que no pensábamos posibles. Cambió de parecer a uno de los hombres más necios de las Artes Marciales Mixtas, el presidente del UFC Dana White, y obligó a la promoción a llevar a las mujeres al octágono.

Febrero de 2013, UFC 157. Ronda Rousey se enfrentó a Liz Carmouche en la primera pelea femenina en la historia de la promoción y la primera de cuatro funciones que encabezaría la campeona en el UFC.

Carmouche la puso en aprietos, pero la campeona fue superior y la venció. Después de una temporada como entrenadora en ‘The Ultimate Fighter’ donde se ganó la enemistad del público por varias actitudes presentadas, tuvo la pelea más complicada y larga de su carrera una vez más ante Miesha Tate. La única vez que Rousey ha superado el primer asalto, pero una vez más dominó y terminó a su ‘némesis’ en el tercer asalto.

Rousey explotó después. Apariciones en revistas, TV, películas, una popularidad que cruzó el mundo del MMA a la corriente principal. Pero la campeona no perdió el paso y apretó más. 

Un minuto con seis segundos, 16 segundos, 14 segundos, 34 segundos. Así han sido sus últimas cuatro defensas ante Sara McMann, Alexis Davis, Cat Zingano y este sábado ante la brasileña Bethe Correia a domicilio, ante un público en Río de Janeiro que se le entregó de manera impresionante a la campeona.

En el momento más público, más complicado, de mayor presión, Rousey brilló más. Una atleta y una mujer fuera de serie que deberá ser recordada por la historia deportiva. Todo apunta a una tercera pelea en contra de Miesha Tate, tibiamente la excampeona de boxeo Holly Holm podría ser una rival interesante, y la pelea que todos desean ver, ante la campeona pluma (145 libras) de Invicta FC, Cristiane ‘Cyborg’ Justino, se ve más lejana que nunca.

Ninguna pelea parece ser necesaria para cimentar la historia y leyenda de Ronda Rousey, menos cuando el UFC y la misma campeona se han mostrado inflexibles para pactar un peso intermedio ante “Cyborg”, quién me parece es físicamente imposible que pueda dar 135 libras en una báscula.

Hay que disfrutar lo que nos queda de un genio, una peleadora y mujer fuera de serie que superó obstáculos personales, que entregó glorias desconocidas a su país y que ha cruzado el enorme abismo entre las Artes Marciales Mixtas y el pulso popular que pocos han podido hacer.

No sé cuántas peleas más quiera hacer Ronda Rousey, pero yo planeo disfrutar cada una de ellas.

Comentarios