Caso Petrobras sigue causando estragos a Brasil

Notimex Brasilia, Brasil 07-03-2015 13:31

La transparencia es una opción para salir de la crisis.

Como presidenta de Petrobras, Gracia Foster aseguraba que la mayor empresa petrolera de Brasil aspiró desde su fundación en 1953 a ser de clase mundial y, entre sus últimas medidas, anunció la creación “urgente” de una Dirección de Gobernabilidad.

No obstante su renuncia y la investigación abierta por el fiscal general Rodrigo Janot, que incluye la entrega al Tribunal Supremo de la Nación de una lista de políticos implicados en la trama de corrupción que corroe a Petrobras, fuentes de la compañía aseguran que el nuevo presidente, Aldemir Bendine, seguirá adelante con esa propuesta.

Al tomar posesión a principios del pasado mes de febrero, Bendine dijo que esa especie de Contraloría Interna con atribuciones extraordinarias sería para mejorar los filtros existentes y prevenir escándalos como el que detonó en marzo de 2014 al abrirse la “Operación Lava Jato”.

La revelación de más sobornos provenientes de empresarios constructores, la detención de funcionarios del más alto nivel, lavado de dinero, financiamiento encubierto a campañas electorales, la renuncia de Foster y la llegada de Bendine, han sido el pan de cada día para un Brasil que mira demasiado lejos el fin de esos episodios.

Antes de dimitir, Gracia Foster, y su director financiero, Almir Barbassa, informaron que excluirían de licitaciones futuras a empresas constructoras con participación probada en actos delictivos, dado que la empresa “corría contra el tiempo”.

“Hay que hacer de este momento tan difícil una empresa mejor”, se dijo hace unas semanas, cuando los directivos retomaban las palabras de la presidenta Dilma Rousseff, quien afirmó que “el escándalo de Petrobras podría cambiar a Brasil para siempre”.

Ejecutivos ligados a la industria petrolera de Brasil decían que la responsabilidad de la señora Foster, como ahora para Bendine, era enorme, por ejemplo, en el rigor que se debía aplicar a escala internacional con empresas que trabajan en el país, así como la suspensión de relaciones contractuales con las compañías nacionales.

Coincidieron en que, bajo la presidencia de Aldemir Bendine, las relaciones futuras en planos nacional e internacional dependerán de las investigaciones que conduce el juez Sergio Moro, encargado de un caso que, además, ha generado que la firma Moody´s rebajara las calificaciones de las constructoras brasileñas y de la misma Petrobras.

Las consecuencias se profundizaron con la rebaja de la calificación crediticia de varios contratistas, entre ellos Queiroz Galvao, Méndes Junior Trading e Engenharía, que se mantienen en un escenario negativo, acusadas de elevar el valor de los proyectos para su propio beneficio, al pagar sobornos a funcionarios.

La firmeza de Gracia Foster se había mostrado desde el momento mismo en que la presidenta Rousseff la ratificó en el cargo el 17 de diciembre pasado, cuando la mandataria recordó que, entre enero de 2007 y febrero de 2012, desde la dirección de Gas y Energía, impulsó el desarrollo y uso de combustibles de biodiesel.

Pero de poco le valió haber promovido la construcción de plantas para que, bajo su gestión, se superara un déficit de 760 millones de dólares en 2007, para llegar a una ganancia neta de mil 700 millones de dólares en 2011.

Gracia Foster conoció a Dilma Rousseff en la década de 1990, cuando la hoy mandataria era secretaria de Minas y Energía y del gobierno del estado de Rio Grande do Sul, ambas con un perfil técnico, compatibles una con la otra, cultivadoras con el tiempo de una amistad profunda.

Cuando el expresidente Luiz Ignácio Lula da Silva nombró a Dilma Rousseff ministra federal de Minas y Energía en 2003, ésta, a su vez, designó a Foster secretaria ejecutiva del ministerio. "Sin sombra de duda –dijo-, con ´Gracinha´ en la presidencia, Petrobras siempre estará en buenas manos”.

Las lecciones de caso Petrobras, sin embargo, revelan que con un desplome bursátil demoledor, el sector requiere de transparencia, término de moda que, acompañado de la baja en los precios del crudo, no sintoniza con las buenas cuentas que esa empresa bandera debía rendir a los brasileños.