Vinculan desaparición de menores con Facebook y Twitter

Gabriela Rivera , Diario 24 Horas México 24-03-2014 00:14

En busca de aceptación, los adolescentes crean cuentas paralelas donde asumen una personalidad desconocida para sus familiares.

Las redes sociales están cada vez más vinculadas con los casos de desaparición de menores de edad. Al menos cuatro de cada 10 de los expedientes tienen como común denominador que los niños y adolescentes tenían más de una cuenta en Facebook o Twitter.

“Se crees que tu hijo sólo tiene un perfil estás frito. En una cuenta es vaquero, en otra es darketo, en otra es el más cristiano del mundo”, dice Alejando Mercado, integrante de la fundación Reintegra.

Detrás de esta tendencia está el hecho de que los menores carecen de una identidad propia, por lo que experimentan en redes sociales con distintas personalidades para buscar la aceptación de un grupo social, coincide Elizabeth Martínez, dedicada también a ofrecer apoyo a los padres de menores desaparecidos.

“En ese momento están en una transformación, sobre todo las niñas.  Su cuerpo está cambiando, sus ideas están cambiando, los amigos están cambiando, entonces quieren pertenecer a un grupo y hacen lo que sea por pertenecer a ese grupo”, expuso Martínez.

Esto lleva a los menores a tener una cuenta en redes sociales que sus padres conocen y que muchas veces controlan, al mismo tiempo abren otro perfil “secreto”, donde muestran gustos e ideas distintas a las que conocen sus familiares.

“La falsa sensación de anonimato que se da en internet es capaz de liberar las personalidades ocultas con los chavos, y esto es terrible porque no ven el daño que se pueden causar ellos ni el daño que le pueden hacer a su familia”, advirtió Armando Novoa, director de la Alianza por la Seguridad en Internet (ASI).

Esta búsqueda de identidad permite que grupos delictivos, dedicados a la trata o secuestro, aprovechen la situación para contactarlos y después desaparecerlos de su hogar.

Mercado describió que se ha detectado que estas personas “enganchan” a los menores, se comunican mediante un lenguaje secreto o incluso les envían smartphones cuando, por ejemplo, los padres empiezan a sospechar y toman medidas como retirarles el teléfono celular, cancelar las cuentas en redes sociales o prohibirles el uso de internet.

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