Mexicana recibe prótesis de manos gracias a estadounidenses

Notimex Dallas, Estados Unidos 08-02-2015 16:42

Norteamericanas decidieron actuar y reunir fondos para ayudar a la mexiquense.

Casi cuatro años después de que perdiera sus dos manos en un accidente de trabajo en una maquiladora en México, Rosa Moreno pudo de nuevo volver a peinarse por si sola, tras recibir esta semana en Dallas, Texas, un par de prótesis.

“Voy a poder volver a cocinar; voy a poder volver a atender a mis hijos”, dijo Moreno, entusiasmada ante las opciones que sus nuevas extremidades mecánicas le abren de nuevo.

Moreno, de 42 años de edad y madre de ocho hijos, recibió las prótesis gracias a la ayuda de un par de mujeres residentes de Ohio que el año pasado leyeron en Internet un artículo en el que se relataba la tragedia que le había ocurrido.

El artículo conmovió a Chris y Victoria Ruddy a tal grado que madre e hija decidieron que tenían que hacer algo y viajaron a conocer a Rosa en su casa en la comunidad fronteriza de Reynosa, en el estado mexicano de Tamaulipas.

Las dos empleadas de un banco en Columbus, Ohio, comenzaron a recabar los 22 mil dólares necesarios para pagar el costo de las prótesis.

"Cuando nos reunimos con ella y la vimos, con sus hijos, sabíamos que no podíamos olvidarnos, que teníamos que hacer algo", dijo Victoria Ruddy.

Conmovidas por el caso de Rosa, y por las condiciones que observaron entre las trabajadoras de la industria maquiladora en México, Victoria y su madre Chris fundaron el año pasado la organización sin fines de lucro Partners for Responsible Trade Inc. (Socios por un Comercio Responsable).

La organización se centra en buscar el mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores de las maquiladoras y de concientizar a los consumidores estadounidenses sobre las precarias condiciones de trabajo que prevalecen en esta industria.

Rosa, una indígena de origen mazahua oriunda de la comunidad de Emilio Portes Gil en el central Estado de México, emigró junto con su esposo a la frontera de Reynosa hace 14 años para trabajar en la industria maquiladora, a fin de darles a sus hijos mejores condiciones de vida.

Luego de trabajar en diferentes plantas y ser abandonada por su esposo, Rosa comenzó a laborar en 2010 para la compañía coreana HD Electronics, especializada en el estampado de piezas de metal para las televisiones fabricadas por la también trasnacional LG, con un salario de mil 300 pesos semanales.

El 19 de febrero de 2011, Rosa cubría el turno nocturno de 10 de la noche a siete de la mañana, cuando fue asignada a operar una prensa hidráulica, que cortaba y moldeaba laminas de metal para fabricar la cubierta trasera de un modelo de televisor.

La máquina había tenido fallas de operación ese día, previo al turno de Rosa y ella notó también ruidos y otras anomalías al comenzar a operarla, pero el supervisor de la línea le aseguró que ya había sido arreglada y que todo estaba bien.

Rosa tenía que acomodar la lámina metálica en el centro de la máquina antes de accionar la prensa aplastando botones con sus dos manos.

Cuando realizaba el acomodo de una de estas piezas, en el centro de la máquina, la prensa de varias toneladas de peso se desplomó y cayó sobre sus manos, prensándolas y fundiéndolas con la parte metálica.

Rosa fue conducida a una clínica del Seguro Social con el pedazo de lámina aún adherido a sus manos. Los médicos no tuvieron más opción que amputarle ambas manos cortando a la altura de sus muñecas.

Tras ser dada de alta del hospital, Rosa buscó una compensación justa de parte de la compañía para la que trabajaba, pero tras meses de espera y de intentar con varios abogados, no le quedó más opción que aceptar una indemnización de unos cuatro mil 800 dólares, el equivalente a un año de su salario.

El dinero era insuficiente, no solo para cubrir sus necesidades básicas y las de sus hijos, sino para pensar siquiera en sufragar el costo de unas prótesis.

Por cuatro años, Rosa tuvo que depender de la ayuda de sus hijos para realizar muchas funciones básicas, incluso para ir al baño, aun cuando aprendió a hacer algunas cosas apoyándose con sus muñones.

“Eso era lo más difícil, el depender de los demás”, dijo, al ser entrevistada durante su segunda sesión de entrenamiento para operar sus nuevas extremidades en la clínica Upper Extremity Specialists, de Dallas, donde le fueron colocadas las prótesis.

Feliz, comentó que esperaba regresar a Reynosa para mostrarle a sus hijos que ahora ella podrá hacer las cosas que antes había hecho.

“Quiero que puedan ver, que sí se puede. Que no importa lo que pasó", dijo. "Ahora lo importante es el comenzar una nueva vida".

Chris y Victoria Ruddy están felices también de haber podido ayudar a Rosa y optimistas por haber tenido éxito en la campaña para recaudar fondos para su prótesis. Madre e hija se aprestan ahora a auxiliar a otros trabajadores que han perdido extremidades en accidentes laborales en las maquiladoras en México.

Las dos están desarrollando con la ayuda de voluntarias a las que llaman promotoras, una red a lo largo de las plantas maquiladoras en la frontera, para que detecten los casos que requieren de ayuda.

Ambas también trabajan en Estados Unidos para concientizar a los consumidores estadounidenses a fin de que presionen a las compañías que fabrican sus artículos en México a mejorar las condiciones de sus trabajadores.