Después de 112 años, Justin Rose consiguió lo que ningún golfista había podido en la historia de los Juegos Olímpicos. Durante el primer día de competencia en el Campo Olímpico de Golf, el británico hizo hoyo en uno y escribió una página dorada dentro de este deporte, ante el asombro de los presentes.
El británico estuvo ocho semanas en el tercer lugar de la clasificación mundial. Ahora, anotó su apellido en la historia grande de una disciplina que volvió a estar incluida dentro del cronograma olímpico tras los Juegos de Saint Louis 1904.