"El No Hay" y "Doña Zoila", entre los personajes más entrañables de Héctor Suárez

El actor y comediante, Héctor Suárez, interpretó diversos personajes. Foto: Cuartoscuro.

Héctor Suárez falleció a los 81 años de edad, según informó su hijo Héctor Suárez Gomis en redes sociales, sin embargo, sus entrañables personajes dejaron una huella en nuestro país.

El actor y comediante empleó un recurso cómico que iba más allá del llamado "pastelazo" y la comedia física, ya que con una serie de personajes basados en la vida real, el mexicano construyó diversos personajes como: "El No Hay", "El Ta Difícil", "El Destroyer", "Doña Zoila" y "El Flanagan", figuras de su programa ¿Qué nos pasa? además de "El Tirantes" o "Tirantitos", perteneciente a la película Lagunilla, mi barrio.

Cada personaje venía acompañado de defectos y ocurrencias que arrancaban risas precisamente por los aspectos negativos de su personalidad, con los que Suárez buscó satirizar y exagerar las conductas presentes en diversos aspectos de la sociedad.

"El No Hay" y "El Ta Difícil", consistían en dos personajes de nivel social diferente, pero cuya única labor era el de interpretar la corrupción, ineptitud y burocracia y así provocar la exasperación de clientes y personas al hacerles perder el tiempo.

"El Destroyer", por su parte, sólo se dedicaba a vandalizar la propiedad ajena y su justificación al momento de ser detenido por las víctimas era el pronunciar nomás.

Por otra parte, "Doña Zoila" representaba a las madres controladoras y chantajistas, quien no se limitaba a simular malestares o insultar a sus hijos, utilizando la frase ¡porque soy tu madre! para imponer su voluntad.

En tanto, "El Flanagan" interpretaba a la visión de la rebeldía joven de la época, influenciada por la música y cultura extranjera, cuyo extraño peinado y atuendo eran tan simbólicos como su grito de ¡Queremos rock!.

Por otro lado, "El Tirantes" o "Tirantitos", era un personaje de corta estatura, mujeriego, bailador y que disfrutaba la vida como venía. Esta interpretación se volvió popular tras su aparición en el filme Lagunilla, mi barrio.

De esta forma, Héctor Suárez empleó la crítica social y la sátira para crear situaciones relativamente incómodas, ya que eran tan similares como cualquiera que los mexicanos podían presenciar a mediados de los 80 y cuyo humor era derivado de esa similitud.