¿Qué hace de "La forma del agua" una obra maestra?

"La forma del agua llega a las pantallas de México este 12 de enero. Foto: Fox Searchlight Pictures

Guillermo del Toro se ha consagrado en los Globos de Oro y en los Critics Choice Awards como el mejor director del año por su filme La forma del agua, y no es para menos, pues la película que este viernes llega a la pantalla grande en nuestro país es toda una obra maestra.

¿Pero qué es lo que la hace tan especial? La forma del agua ha sido calificada por la crítica como la mejor película del director mexicano desde El laberinto del fauno, obra con la que también puso los reflectores sobre él en 2006.

Un romántico cuento de hadas

Es un cuento de hadas, pero no cualquier cuento, no el cuento rosa y meloso que podría hacer Disney. Un cuento romántico en el sentido estricto de la palabra: con aires oscuros y amor profundo.

Es un cuento que sólo se le pudo haber ocurrido a Del Toro: con su mente entre ñoña y retorcida, entre tierna y macabra, con un monstruo que evoca también al Monstruo de la laguna negra, un filme de terror clásico en el que una criatura, mitad humana mitad pez, se enamora de una bella joven.

Guillermo del Toro cuenta que vio este clásico cuando era niño, y como niño inocente que era, no comprendía por qué el monstruo no se quedaba con la muchacha, si estaba enamorado de ella. Quizá reflejo de él mismo, que confiesa haber sido el niño gordito maltratado por sus compañeros.

Y también tiene un pequeño guiño hacia el cuento de Hans Christian Andersen, La sirenita, con la narración inicial a cargo del vecino de la protagonista, Elisa (Sally Hawkins), quien es descrita como una princesa sin voz, como la pequeña Ariel cuando pierde su voz a cambio de tener piernas.

El final feliz

La forma del agua cuenta la historia de Elisa, una mujer introvertida que quedó muda en la infancia. Vive sola en un pequeño departamento y por las noches trabaja como intendente en un laboratorio de gobierno de Estados Unidos, a principios de los años sesenta, en plena Guerra Fría.

Pronto Elisa conoce a La criatura, un ser anfibio que está encerrado en una piscina del laboratorio. Es aquí donde el cuento comienza, la princesa se enamora del sapo, sólo que esta vez no es ella la doncella en apuros, sino el sapo quien debe ser salvado.

Podríamos pensar que Del Toro va demasiado lejos con este romance transespecie, ¿pero no nuestra cultura está llena de mitos de este tipo? Los griegos hablaban de criaturas mitad humano-mitad animal, como los centauros, sirenas, minotauros y demás.

Como dijimos, el director de La forma del agua veía de lo más natural que el monstruo de la laguna negra se enamorara de la doncella. Así que, ¿por qué no hacer una película con el final que él deseaba?

La reivindicación de los nadie

Finalmente, podemos decir que La forma del agua es también un tributo a los nadie. Elisa siempre ha sido discriminada por su discapacidad, su vecino y amigo, Giles (Richard Jenkins) es homosexual, su compañera de trabajo, Zelda (Octavia Spencer), es una mujer afroamericana, y finalmente, La criatura, interpretada por Doug Jones.

Los primeros tres se convierten en el equipo de héroes, comandados por Elisa, que buscarán salvar a La criatura de las garras del villano Richard Strickland (Michael Shannon), quien es el clásico hombre conservador que vive en los suburbios y considera antinatural a La criatura.

Pero es quizá su condición de inadaptados lo que los hace empatizar con el monstruo y verlo como algo más humano que el mismo Strickland.

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