Así enfrentan la ansiedad climática en EU por el calentamiento global

Seis de cada diez estadounidenses están "preocupados" por el clima. Foto: Pixabay

Desde la costumbre cotidiana de llevar palitos en la cartera para evitar el uso de cubiertos desechables hasta una decisión más profunda como abandonar la idea de procrear, la ansiedad por el cambio climático se manifiesta de múltiples maneras en Estados Unidos.

Los miedos acerca del calentamiento global, que alientan acciones y manifestaciones en todo el globo, han tenido en el país que figura entre los principales emisores de CO2 del planeta un efecto inesperado en la salud mental.

  • Seis de cada 10 estadounidense dicen que están "algo preocupados" por el clima y 23% declara estar "muy preocupado", según una encuesta de las universidades de Yale y George Mason realizada en marzo y abril.

No ayuda a disipar la angustia el contraste entre la actitud de buena parte de los líderes mundiales, que a partir del lunes se reunirán en Madrid en la Conferencia sobre el Clima de la ONU (COP25), y la del presidente Donald Trump, que retiró a Estados Unidos del acuerdo de París y se ha encargado de flexibilizar o directamente eliminar muchas de las políticas "verdes" de su predecesor, Barack Obama.

La tormenta psicológica se apoya en angustias disímiles, lo mismo por el uso del plástico que por las inequidades ambientales sujetas a la clase social.

Sus consecuencias llegan a casos extremos como el de Kate Schapira y su esposo, una pareja del estado Rhode Island (noreste) que decidió no tener hijos.

Pero esa no es la única forma en que Schapira, de 40 años, profesora del departamento de Inglés de la Brown University, está lidiando con esta incomodidad.

Según Schapira, su opción de no procrear excede al temor por el futuro de su descendencia en un mundo ambientalmente degradado, y tiene que ver también con no querer que el sentido de responsabilidad con el planeta "se reduzca al tamaño de una persona".

  • La académica dice también que probablemente nunca vuelva a tomarse un avión.

Preocupada por lo que percibía de los demás como un reduccionismo de sus miedos a un "problema personal e individual", decidió investigar si ese era "realmente el caso".

En 2014, Schapira salió a la calle con su puesto de "ansiedad por el clima", que instala en espacios públicos como ferias de frutas y verduras.

  • El puesto invita, por 5 centavos de dólar, a los peatones en la ciudad de Providence, principal ciudad del estado de Rhode Island, a hablar sobre sus miedos ambientales.

Resultó pues que no era la única que experimentaba este tipo de ansiedad climática.

Anthony Leiserowitz, director del programa de la Universidad de Yale sobre comunicación del cambio climático, dice que los estadounidenses pueden dividirse en seis categorías según sus reacciones a la crisis ambiental, un rango que va desde la  alarma al desdén.

Ninguno de esos seis grupos está integrado principalmente por un segmento demográfico particular, explica, a excepción de los que expresan "desdén", en el que "hombres blancos conservadores con buena educación" son la gran mayoría.

Tienen una percepción muy diferente del riesgo que los demás, explica Leiserowitz, en parte gracias a "una visión del mundo que llamamos individualismo", que está presente de manera especialmente pronunciada en este grupo.

Todos tienen algo de ansiedad climática

Para Lise Van Susteren, una psiquiatra de Washington que ha estudiado el impacto del clima en la salud mental durante los últimos 15 años, negar los peligros potenciales es común entre "gente que intenta negar que es demasiado vulnerable".

No tengo dudas al decir que creo que ahora, en cierto grado, todos tienen algo de ansiedad climática", dice Van Susteren.

Según un informe de 2017 de la Asociación Psicológica de Estados Unidos y la oenegé ecoAmerica, respuestas psicológicas al cambio climático como "aversión al conflicto, fatalismo, miedo, impotencia y resignación" están creciendo.

  • Esta tendencia coincide con una serie de afecciones físicas, como asma y alergias.

Sentirse impotente o abrumado frente a este problema puede, según Van Susteren, producir cuestionamientos sobre si las acciones individuales son significativas a la luz de la complejidad y la amplitud del problema climático.

Hasta no hace mucho, explica, era difícil encontrar información sobre "ansiedad por el clima, duelo por el clima, frustración por el clima, ayuda psicológica por el clima".

Pero ahora "hay más", dice Chang. "La gente está empezando a darse cuenta de que es un tema".

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