Escondidos en la maleza, así sobrevivieron los niños de la familia LeBarón

Devin Blake Langford, de 13 años, caminó 22.5 kilómetros de regreso a La Mora para pedir ayuda. Foto: AP

Los ocho niños, algunos de ellos bebés de la familia LeBarón, que sobrevivieron a una emboscada en el norte de México no solo escaparon de los pistoleros de un cártel que mataron a sus madres, sino que lograron esconderse entre la maleza y algunos caminaron kilómetros para obtener ayuda pese a tener horribles heridas de bala.

En un ejemplo de la devoción de una madre, una mujer habría escondido a su bebé en el suelo de su camioneta Suburban antes de salir del vehículo agitando los brazos para mostrar a los pistoleros que no era una amenaza. Podría haberse apartado del auto para distraer su atención: su cuerpo baleado apareció a unos 15 metros del coche.

La madre era uno de los nueve ciudadanos mexico-estadounidenses -tres mujeres y seis menores - de la familia LeBarón que vivían en el norte de México y que fueron asesinados el lunes pasado cuando pistoleros de un cártel emboscaron a tres camionetas en una carretera sin pavimentar. 

Además de los múltiples agujeros de bala, uno de los autos quedó calcinado. Las autoridades mexicanas apuntaron que los agresores podrían haber confundido los vehículos con los de una banda rival con la que libran una violenta guerra territorial.

Así sobrevivieron los niños de la familia LeBarón

Pero lo vivido por los niños de la familia LeBarón en la remota y montañosa zona de Sonora es casi indescriptible.

Según el relato de una de los familiares, Kendra Miller, Devin Blake Langford, de 13 años, fue uno de los pocos que no sufrió heridas y en seguida se hizo cargo de la situación, caminó 22.5 kilómetros de regreso a La Mora, donde está la casa de la familia LeBarón, para pedir ayuda.

Después de presenciar como su madre y sus hermanos morían baleados, Devin escondió a sus otros seis hermanos entre los arbustos y los cubrió con ramas para mantenerlos a salvo mientras iba a buscar ayuda. Como tardaba mucho en regresar, su hermana de 9 años dejó a los otros cinco y se marchó a pedir auxilio". 

La niña, Mckenzie Rayne Langford, caminó durante horas a oscuras y la encontraron varias horas después de que los demás fuesen rescatados. Por un momento, fue dada por desaparecida.

En total, los niños estuvieron solos desde cerca de las 13:00 horas, cuando comenzó la emboscada, hasta alrededor de las 19:30, cuando fueron rescatados. Integrantes de la familia LeBarón intentaron llegar a ellos antes, pero se detuvieron ante los disparos. En la zona del ataque hay una guerra territorial entre cárteles.

En grabaciones de llamadas entre los rescatistas, se les puede escuchar discutiendo si era mejor arriesgar más vidas o esperar una hora o dos a la llegada del Ejército mexicano. Fue una decisión agónica.

Lo que vieron cuando encontraron a los niños era aterrador. Cody Greyson Langford, de 8 años, tenía un disparo en la mandíbula y sangraba de forma abundante. Otra niña sufrió balazos en el pie y en la espalda.

Al parecer, los asesinos eran miembros del cártel de Juárez y de su brazo armado, La Línea, cuyos pistoleros entraron al territorio del cártel de Sinaloa y establecieron un puesto de avanzada armado en una colina y una emboscada carretera arriba. Juárez aparentemente quería enviar el mensaje de que controlaba la carretera a Chihuahua. En este panorama fue en el que se adentraron las madres de la familia LeBarón se adentraron en sus tres camionetas.

Solo después de que el primer vehículo fuese baleado e incendiado, unos 50 o 60 hombres del cártel de Sinaloa aparecieron para ver qué había pasado.

Pero no es la crueldad del ataque, sino la valentía, la inocencia y el sacrificio de las víctimas lo que los familiares quieren que se recuerde.

 

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