Perdieron su casa por los incendios en Australia y ahora enfrentan al COVID-19

Australia vivió a finales de 2019 y principios de 2020 unos incendios de excepcional magnitud y duración. Foto: AFP

En los terribles incendios que devastaron Australia, muchas personas lo perdieron todo. Meses después de que se apagaran las llamas, todavía viven en tiendas de campaña, garajes o refugios improvisados, una situación que se ha agravado por la crisis sanitaria del nuevo coronavirus (Orthocoronavirinae).

En la costa sudeste de Australia, Anita Lawrence y sus cinco hijos tratan de protegerse del frío en un refugio de estaño. Estaba en Tasmania cuando los incendios destruyeron los materiales destinados a construir su nueva casa y ahora debido al confinamiento el COVID-19 ya no da clases de jardinería en un colegio, como hacía varios días por semana; ha tenido que alimentar a su familia con sus ahorros para la jubilación.

Australia vivió a finales de 2019 y principios de 2020 unos incendios de excepcional magnitud y duración que obligaron a miles de personas a buscar refugios precarios. La catástrofe ha generado una ola de solidaridad en todo el mundo y promesas del gobierno pero ahora la ayuda a estas víctimas ha dejado de llegar a medida que la pandemia del coronavirus captó la atención mundial.

Todo ha desaparecido. Cuando vuelves, hay tantas cosas destruidas que todo es difícil", dice Anita Lawrence de 51 años, de pie junto a árboles calcinados.

Pero seis meses después, al igual que esta madre, que vive a seis horas en coche de Sídney, muchas personas siguen en una situación precaria.

Refugios para quien necesita un hogar

David Crooke, un habitante de la región, y su equipo construyeron una extensión para agrandar el alojamiento temporal. Gracias a él, Anita ahora tiene un baño, calefacción y un dormitorio.

En los últimos meses, el pequeño equipo de Crooke, financiado por el gobierno del estado de Nueva Gales del Sur, la Cruz Roja y los donativos, ha construido refugios para aquellos que se han quedado sin nada.

Hay lugares que están completamente destruidos", David Crooke.

En toda la región, sin embargo, hay señales de que la vida se impone sobre el paisaje carbonizado por las llamas. Pero es "lento y difícil", dice Wayne Keft, de 66 años.

  • Su casa, situada en Cobargo, fue destruida por "una bola de fuego". Ahora vive en un garaje.

Debido al virus, muchas asociaciones han perdido voluntarios, dejando a los habitantes traumatizados, sin apoyo moral. Como el turismo está prohibido hasta por lo menos el 1 de junio, el estado queda privado de su principal fuente de ingresos.