El monje budista japonés apasionado por el maquillaje

El artista de maquillaje japonés y monje budista Kodo Nishimura. Foto: AFP

Cuando el maquillador Kodo Nishimura, con zapatos de tacón y ojos ahumados con lápiz negro, entra en una sala de Tokio para una demostración profesional, resulta difícil imaginar que en su tiempo libre es monje budista.

"Es lo que soy. No voy a pretender ser otra cosa", afirma el maquillista.

Nishimura pasa buena parte del año en Estados Unidos al lado de sus clientes que van desde cantantes de pop hasta Ben concursos de todo tipo.

Vocación

"Abría la paleta de sombras de ojos de Chanel que tenía mi madre e intentaba aplicarlas en la cara. Seguro que parecía un loco, un payaso", recuerda partiéndose de la risa.

Cuando se fue a estudiar a Estados Unidos descubrió un mundo diferente. Vio en tiendas de maquillaje a travestis encantados de responder a sus preguntas. Con 18 años hizo su primera compra: máscara y lápiz de ojos.

Una pasantía en el estudio de un maquillador artístico le permitió conseguir un empleo. A su regreso a Japón se sorprendió al ver que sus padres apoyaban su elección profesional.

"Quería conocer esta actividad, lo que se hace, saber lo suficiente de ella como para tomar una decisión". Con 24 años, se inscribió en un programa de formación en la doctrina de la Tierra pura, en su país natal.

Entre cada sesión (durante 2 años) volvió a Estados Unidos, pero al final de la formación sufrió una crisis personal. En Nueva York se maquillaba, lucía joyas, trabajaba y se sentía atraído por los hombres. Este estilo de vida "¿no ofenderá a la comunidad de los monjes budistas?", se preguntó.

  • Le dijeron que a menudo los monjes japoneses iban sin hábito y ejercían otras profesiones.

Rasgos femeninos, masculinos

"En ese momento me di cuenta de que podía ser como soy y al mismo tiempo monje".

Por lo que pensó en que el el mensaje central del budismo es sentir felicidad y compartirla, y así a través de su nuevo estilo de vida, ser "más generoso, más atento a los demás y proclive a ayudarles". 

Ahora Kodo Nishimura vuelve a Japón dos veces al año y ayuda a su padre en ceremonias como los funerales. Por el momento compagina las dos actividades pero no se siente tentado de heredar el trabajo de su progenitor.

"No creo que estar en un templo sea la mejor manera de ayudar a un gran número de personas", dice este defensor de los derechos de la comunidad LGTB que enseña a los transexuales trucos para acentuar los rasgos femeninos.

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