En comida íntima el Papa bromea y conversa con jóvenes del mundo

El líder católico convivió con jóvenes de los 5 continentes. Foto: Cuartoscuro/Archivo

Al menos 13 jóvenes del mundo fueron los afortunados en participar este sábado en una comida íntima con el Papa Francisco, durante la cual bromearon, se tomaron "selfies" y conversaron sobre grandes temas de la vida.

Como es tradición en cada Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), el líder católico invitó a muchachos y muchachas de los cinco continentes a compartir su mesa. Con ellos habló en español y degustó comida típica de Polonia, con pasta frita y carne de plato principal.

"Fue una experiencia súper bonita. Al principio fue extraño, pero el Papa rompió el hielo preguntando quiénes de nosotros hablamos español e italiano y qué nos gusta a cada uno", relató Marco Bulgarelli, costarricense de 29 años.

¿Cómo los eligieron?

Él y los otros 12 comensales fueron elegidos por ser voluntarios "de largo plazo" que dejaron todo en sus naciones y viajaron a Polonia para dedicar varios meses de su vida a trabajar en la organización de la JMJ. Provienen de países tan diversos como Alemania, Colombia, Vietnam, Brasil, Ucrania o Rusia.

El almuerzo tuvo lugar en el comedor del arzobispado de Polonia, donde participó también el obispo local, el histórico secretario privado de Juan Pablo II, Stanislaw Dziwizs.

La comida favorita del Papa

El encuentro duró casi una hora y media y durante el mismo también hubo momento para preguntas simples. El joven costarricense quiso saber cuál era su comida favorita, y el Papa replicó:

"Tengo un estómago de hierro, así que puedo comer lo que sea".

Un mensaje para los presos

También le cuestionó qué le diría a las personas de las cárceles, y Francisco aseguró decirle a los presos "los quiere mucho", que "siempre está con ellos" y cada vez que entra en una cárcel recuerda que cualquiera puede cometer un error y terminar ahí.

Al final cada uno de los presentes tuvo un minuto para decirle una cosa privada a Francisco, algunos de ellos le dieron regalos como imágenes de la Virgen o cartas.

Todo terminó con varios "selfies", las autofotografías con celulares que fueron tantas que debió intervenir la Gendarmería Vaticana para poner un alto.

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