Los niños de la periferia de Brasil tienen sus propios juegos

Jarbas Meneghini platica con los niños emocionados Foto: AFP

 

Coronados en laureles, los atletas escalan el podio para recibir con incredulidad sus medallas bajo una lluvia de papel picado, al son del himno brasileño. Pero no estamos en un estadio olímpico, sino en la periferia de Rio, donde un hombre hace realidad el sueño de muchos niños de su barrio.

 Ese hombre se llama Jarbas Meneghini y tiene 47 años. En su juventud quiso ser jugador de fútbol profesional, pero nunca lo logró. Se hizo mecánico, y dedicó su vida a rendir homenaje al deporte.

 Su casa en Campo Grande, un gigantesco barrio popular del oeste de Rio de Janeiro, a 40 km del centro, es una suerte de museo de la Copa del Mundo y de los Juegos Olímpicos.

 La bandera olímpica y las de varios países ondean al viento. Los aros olímpicos brillan en la puerta del garaje. La vitrina construida en el muro exterior ostenta pequeños trofeos de varios deportes y coloridas estatuillas del Cristo Redentor. Adentro, una habitación entera guarda decenas de trofeos y medallas confeccionados por Jarbas, fotografías suyas con leyendas del fútbol como Neymar, Pelé y Romario, y souvenirs de campeonatos de todo tipo.

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