Lula da Silva y cómo hacer campaña electoral desde la cárcel

Luiz Inácio Lula da Silva enfrenta una sentencia de 12 años de cárcel por corrupción. Foto: AP

Tiene prohibido hablar con la prensa, asistir a los debates televisados o incluso difundir videos o mensajes grabados por su partido. El candidato más popular en las próximas elecciones presidenciales de Brasil está en la cárcel. Hablamos del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

Sin embargo, desde esa morada, donde enfrenta una sentencia de 12 años de cárcel por corrupción y varios procesos vinculados a sobornos, está embarcado en una campaña para mantener sus opciones de triunfo en las próximas elecciones de Brasil.

El prisionero más famoso de ese país sudamericano recibe diariamente a abogados, senadores, obispos, nietos y un largo etcétera. Todas estas personas tienen algo que hablar con Lula da Silva, el político más popular de la historia reciente de Brasil. Por eso su celda suele estar abierta, para los guardias es más fácil dejarla así y poner la llave solo por las noches y fines de semana.

La mesa de la celda de Lula se ha convertido en su nuevo despacho. Recibe a sus abogados que van a informarle sobre los recursos contra la condena de 12 años. Otros, a hablarle de las elecciones presidenciales de octubre, en las que él es candidato y además favorito con diferencia en las encuestas. Pero en Brasil la ley no permite que un condenado sea candidato.

Gleisi Hoffman, presidenta del Partido de los Trabajadores (PT) señala en entrevista para El País que no es la mejor forma de hacer una campaña. Y abunda:

Lo ideal sería que Lula estuviese ahora reuniéndose con los líderes regionales. Pero está en campaña. Tiene visitas continuas, manda cartas, da recados e imparte orientaciones. Y se nota: es imposible hablar de estas elecciones sin hablar de Lula.

Los otros 12 candidatos que contienden a la presidencia recorren el país y conversan con los medios de comunicación ganando votantes, Lula tiene prohibido hablar con la prensa, acudir a los debates televisados o incluso difundir videos o mensajes grabados por su partido. Dirige a los suyos desde los 15 metros cuadrados de una celda donde a duras penas puede comunicarse con el mundo exterior.

Para su campaña, el PT ha comenzado a proyectar imágenes de archivo y repartir entre el público máscaras con su cara para hacer presente al candidato ausente.

Vamos a insistir para que salga y haga campaña porque es su derecho político. Pero mientras, estamos trabajando con esta candidatura, la que lidera él. Sérgio Gabrielli, coordinador de la campaña

Estrategia 

Pero pocos dudan ya de que bajo todo este circo se esconde una maniobra. Y que el expresidente no se inscribió como candidato el miércoles solo para echarle al sistema legal un pulso imposible de ganar. Más bien porque, al hacerlo, Lula permite que el descalabrado Partido de los Trabajadores haga campaña en su nombre, y que es cuestión de tiempo que el Tribunal Electoral le vete como candidato. Pero cuanto más tarde el desenlace, menos votos perdidos; votos que sin duda necesitará quien le sustituya en el último minuto, con toda seguridad, su número dos, Fernando Haddad).

Si la estrategia de Lula ya no es ganar las elecciones sino retrasar al Tribunal todo lo permisible, sus opositores ya no son los demás candidatos sino los jueces; sus armas no son las encuestas sino la burocracia y sus plazos. Y la meta final, más que la cita con las urnas el 7 de octubre, es el 17 de septiembre, fecha límite para que Tribunal evalúe las candidaturas.

Gleisi Hoffman señala que el hecho de que Lula haya llegado aquí ya es reseñable.

Y vamos a presentar todos los procesos que haga falta para que pueda continuar. Esta es su campaña, su estrategia. Lula va a estar en el programa electoral, de una forma u otra.

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