En Venezuela, los animales mueren de hambre. El pasado martes, falleció Ruperta, una elefanta africana que vivía en el Zoológico Caricuao de Caracas.
Ésta es su historia:
A Ruperta, de 48 años, no la mató el cautiverio, sino el hambre. De las cuatro toneladas que debía pesar, murió con sólo dos toneladas y media de peso.
Sus cuidadores aseguran que durante años, sufrió desnutrición: de los 135 kilos de comida que, según especialistas, debería consumir, sólo la alimentaban con 10 kilos, lo que era insuficiente para el animal.
Derivado del bajo peso, en los últimos dos años la elefanta sufrió tres desmayos: el primero en marzo de 2017, el segundo en agosto del mismo año, y el tercero en junio de 2018.
Pese a que ambientalistas intentaron trasladarla al único santuario de elefantes de América Latina ubicado en Brasil, las autoridades de Inparques, ente encargado del zoológico, se negaron sin dar mayor explicación.
El gobierno venezolano sabía de la desnutrición de Ruperta
Denuncian que el presidente Nicolás Maduro estaba enterado de las condiciones en las que vivía Ruperta, pero desestimó la información. En 2017, el mandatario aseguró que se trataba de una novela y un show para desmoralizar a la gente .
Hasta hoy, la necropsia de Ruperta sigue siendo un misterio, pero fuentes consultadas por el diario El Mundo aseguran que la versión oficial del gobierno será que la elefanta africana murió de deficiencia pulmonar.
El animal llegó a tierras caribeñas con tres años de vida, en los años 70. Atravesó el océano en barco desde África junto a otros animales, entre ellos Margarita, una elefanta que la acompañó en el zoológico de Caricuao desde su inauguración en 1977.
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