Ryan Weideman llegó a la ciudad de Nueva York en el año de 1980 con la esperanza de convertirse en uno de los mejores fotógrafos; sin embargo, se enfrentó con la difícil realidad neoyorquina: no era sencillo lograr su objetivo.
De acuerdo con El País, a Weideman, sin dinero para pagar la renta, uno de sus vecinos le ofreció conducir un taxi los fines de semana.
Con este nuevo trabajo, el fotógrafo tendría dinero para sostener su manutención en la ciudad.
Weideman aceptó y retrató la vida nocturna de la ciudad. Jóvenes borrachos, prostitutas y toxicómanos fueron algunos de los objetivos de su cámara.
- Después de 30 años, se le reconoció su trabajo como fotógrafo exponiéndolo en diversas galerías del mundo.
Aquí una muestra:
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