Combate el COVID-19 con el miedo de contagiar a su hija: testimonio de doctora

Para la doctora italiana Cecilia Bartalena representa un terror regresar a su casa después de brindar sus servicios en un hospital. Foto: Reuters

Para la doctora italiana Cecilia Bartalena representa un terror regresar a su casa después de brindar sus servicios en un hospital de la ciudad de Pisa donde como parte de su rutina ingresa a una sala aislada de coronavirus. Su mayor temor después de sus actividades en pro de los pacientes infectados con Covid-19 es el contacto que tiene por su hija pues teme contagiar a la pequeña del virus.

Italia es uno de los países más golpeados por la pandemia del nuevo coronavirus (Orthocoronavirinae). Hasta este lunes ha superado los 16 mil muertos por la enfermedad y registra más de 132 mil casos. En un escenario así, la lucha de Bartalena y sus colegas, así como de los enfermeros, es considerada una batalla de verdaderos héroes pues en ellos está salvar a los pacientes de Covid-19, sin embargo, ella no se siente una heroína sino todo lo contrario una persona con miedo, una mujer que teme que por su trabajo pueda contagiar a su hija.

La doctora Bartalena vive con su hija, Petra de cuatro años y su esposo, el músico Lorenzo Marianelli de 37 años. Aunque vive entre el juramento que hizo para curar a los enfermos como parte de su profesión y el temor de que pudiera infectar de Covid-19 a su pequeña, dice que toma las medidas higiénicas necesarias antes de poder abrazarla como, llegar a casa y en lugar de abrazar a su familia, dirigirse directamente a la ducha para limpiarse una vez más. Se pone un cubrebocas y después tiene contacto con la nena.

Si Petra me abraza, me aterroriza que después de 15 días pueda enfermarse o si escucho tos (a Lorenzo), creo que es mi culpa. Así que tengo que tratar de racionalizar la situación y pensar que lo estoy haciendo por un mayor bien", doctora Cecilia Bartalena.

La doctora italiana trabaja turnos largos en la sala de emergencias del Hospital Cisanello de la famosa ciudad por la emblemática torre inclinada de Pisa del siglo XIV. Dice que siente nostalgia por los días en los que ser médico le representaba tener una relación interpersonal con un paciente y sus familias. Asegura que tenía tiempo para hablar de decisiones difíciles y prepararlos para lo peor y ahora con una simple llamada tiene que notificar a las personas de diagnósticos ya sin solución.

Sobre su trabajo, Bartalena detalló que debe tomar un desayuno ligero en los turnos agotadores de seis horas. No puede ir al baño ni beber nada.

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