México está herido. El sismo del pasado martes le arrebató la vida a al menos 273 personas y causó la tristeza de la población que incrédulamente vio como la ciudad, al igual que hace 32 años, se colapsó dejando caos y crisis.
A pesar de las heridas, del polvo y de la incertidumbre, cientos de personas salieron a las calles para tratar de liberar a la gente atrapada. La única herramienta: sus manos.
Después llegaron las personas con picos, palos, martillos, carretillas y todo lo que fuera útil para remover la mayor cantidad de escombros. Se formaron cadenas humanas: personas de todas las edades y de todas las profesiones se pasaron de mano en mano piedras y ladrillos.
La labor de los rescatistas es única: han logrado sacar a más de 50 personas, pero siempre con ayuda de toda la población. Aquellos que no estuvieron apoyando en un derrumbe, lo hicieron de otra manera: alimentando e hidratando a todos los brigadistas, policías, miembros de las Fuerzas Armadas, voluntarios y todos aquellos que lo necesitaran.
Decenas de edificios se colapsaron en la capital del país, pero no sucedió lo mismo con los mexicanos, quienes siempre de pie y siguiendo su corazón arriesgaron, a veces, hasta su propia vida para poner a salvo a quienes los necesitan.
- Esos son los hombres y mujeres que se convirtieron en héroes y brindaron una luz de esperanza en medio de toda la tragedia. ¡México está de pie!
También entidades como Morelos, Estado de México y Puebla resultaron fuertemente afectadas. Allá tampoco faltaron la solidaridad y la voluntad de los mexicanos para reponerse de la tragedia.
- Por lo pronto, las labores de rescate continúan y los ciudadanos siguen solidarios, de pie, y con fuerza ante la contingencia.